(Edmond Jabès, palabras dedicadas a Paul Celan.)
Algo unió a estos dos poetas tan diferentes entre sí. Algo más que su común origen judío y el encuentro en París. Tal vez, fue el diálogo que mantuvieron con la filosofía (Buber, Derrida, Levinas reformulado por Jabès y la compleja relación de Celan con Heidegger). O quizás, junto al destierro y la migración de lenguas, la conciencia de que debían dar cuenta de lo indecible.
En Jabès (El Cairo, 1912- París, 1991), la vida misma se hace escritura, reescritura; tanto como el judaísmo o el camino. Las preguntas convocan las respuestas y la errancia misma se torna trayecto, morada.
A través de la frase, el desierto, tanto como la hoja en blanco, devienen palabra y lugar. El libro a escribir, como en Mallarmé, son las notas y reflexiones acerca de ese texto que nunca culmina.
Paul Celan (1920-1970), en cambio, debe reformular el alemán para diferenciarlo del idioma de sus captores. Y dar testimonio hasta el mismo momento en que elige su muerte. Diferenciándose del idioma de los historiadores, sabe que sólo la poesía podrá dar cuenta del dolor y el espanto. Allí está su voz para demostrar que lejos de «embellecer la realidad» su «palabra herida», fragmentada, desdoblada, es lo que volverá una y otra vez en favor de la memoria.
Tomaremos algunos versos de Jabès, seguidos de palabras de Celan para intentar esa «palabra en diálogo» que nos constituye.
EDMOND JABÉS
Donde no hay riesgo no puede haber escritura.
La singularidad es subversiva.
Pensar, escribir, es hacerse semejante. La escritura, el pensamiento, son sólo aproximaciones sutiles a la semejanza, juegos de aproximaciones; fuegos combinatorios en lucha con su vacío, frente al objeto.
Pensar al otro es perpetuar la semejanza.
El grito de Dios es el grito de toda ausencia.
Mi desierto es espejo divino pulverizado.
Toda página escrita es nudo desanudado de silencio.
El vacío es espera de vocablo.
Todo lector es el elegido de un libro.
Soy hombre de escritura. El texto es mi silencio y mi grito. Mi pensamiento avanza soportado por el vocablo, movido por el ritmo de lo escrito. Ahí donde pierde el aliento, me derrumbo.
No digas nunca que has llegado; porque, en cualquier parte, no eres más que un viajero en tránsito.
Todos los caminos parten del cuerpo y nos conducen a él. El cuerpo es el camino.
Blancura del texto.
Leo y releo el libro que voy a escribir.
«Al crear, creas el origen donde te abismas», escribía Reb Sanua.
Toda palabra tiene como destino una palabra.
El poeta encuentra; el sabio redescubre.
El corazón del diálogo está pleno de los latidos de la pregunta.
La palabra debe su fuerza, menos a la certeza que ella marca, al articularse, que a la carencia, al abismo, a la incertidumbre de su decir.
Encontrar la formulación y el tono justo: más que un arte de escribir, un arte de vivir y de morir.
Invisible Auschwitz en su horror visible. Nada hay que ver que no haya sido visto ya.
Serenidad del mal.
En el principio estaba el libro en su blanco principio. Como las sabemos fatales, a menudo callamos las palabras que hacen daño.
Así, toda confesión de sufrimiento es palabra silenciada.
Escribir, escribir ese silencio.
No existen palabras para el adiós.
No escribimos más que la blancura donde se inscribe nuestro destino.
Tantos adioses en cada adiós.
Tantas cenizas para cubrir un poco de ceniza.
Que tu memoria sea mi morada.
Inconmensurable es la hospitalidad del libro.
PAUL CELAN
El poema es un diálogo, a menudo un diálogo desesperado.
Los poemas, en este sentido, también están en camino, se dirigen a algo. ¿Hacia qué? Hacia algo abierto, vacante, hacia un tú invocable tal vez, hacia una realidad invocable.
El poema es solitario. Es solitario y está de camino. Quien lo escribe queda entregado a él.
Entierra la flor y pon al hombre sobre esta tumba.
Es la contra-palabra, es la palabra que rompe el «hilo».
Ella, la lengua, no estaba perdida, no, a pesar de todo. Pero debía atravesar aún su propia falta de respuestas, atravesar un terrible enmudecimiento, atravesar las tinieblas mil veces espesas de un discurso homicida.
El arte sería entonces el camino de regreso abierto por la poesía- ni más ni menos.
Yo soy alguien que gusta de palabras sencillas.
La razón debe regir, volver a dar su sentido propio a las palabras, a las criaturas y a los acontecimientos, lavándolos con el agua regia del
entendimiento.
Intentemos pues jurar en el sueño.
La realidad no está dada. La realidad exige que se la busque.
¡Estos poetas! ¡Al final hay que desearles que un día logren escribir una verdadera novela.
Poesía: lo fatalmente único del lenguaje.
Sólo manos verdaderas escriben poemas verdaderos. No veo ninguna diferencia de principio entre el apretón de mano y el poema.
Vivimos bajo cielos sombríos y hay pocos seres humanos. Por eso probablemente haya tan pocos poemas. La esperanza que aún tengo no es grande: intento mantener lo que me ha quedado.
La poesía ya no se impone. Se expone.
El que anda con la cabeza, señoras y señores, el que anda con la cabeza tiene el cielo como abismo bajo sus pies.
El poema se afirma al límite de sí mismo. Para poder mantenerse, el poema se reclama y se recupera ininterrumpidamente desde su ya-no a su todavía.
La hora saltó fuera del reloj, se le adelantó y le ordenó marchar correctamente.
___________________
Luego del suicidio de Paul Celan, Jabés escribió:
«Aquel día. El último. Paul Celan en mi casa. Sentado en el mismo lugar que mis ojos, en este
instante, miran fijamente. Palabras, en la proximidad, intercambiadas. ¿Su voz? Dulce, la mayor parte del tiempo. Y, sin embargo, no es aquella voz la que oigo, sino el silencio. No es a él a quien veo sino el vacío, tal vez porque aquel día, sin saberlo, ambos hicimos el recorrido cruel de nosotros mismos».
Más tarde, le dedicó uno de los más bellos réquiems escritos por un poeta a otro.
PALABRAS DE EDMOND JABÈS SOBRE PAUL CELAN:
«Un mismo interrogante nos iguala, una misma palabra herida».
«Tras la lengua de Paul Celan hay el eco jamás acallado de otra lengua».
«El silencio, ningún escritor lo ignora, permite escuchar la palabra. En un momento dado el silencio es tan fuerte que las palabras se limitan a expresarlo».
«¿La lengua del secreto, inaudible?»
«Palabras descubiertas o transmitidas por manos extranjeras o familiares, por voces remotas o próximas, voces de ayer, dulces al oído o crueles y temidas».
«Las palabras solo dicen este silencio. El suyo y el nuestro».
«Interrogar a un escritor es interrogar, en primer lugar, las palabras de su memoria, las palabras de su silencio: hundirse en su pasado de vocablos —las palabras son más viejas que nosotros y el texto no tiene edad».
8 comentarios:
Javier que decir... Ud. sabe de mi admiración por estos poetas enormes, Jabés es parte de mi libro, él y su desierto son espejo de un silencio interior, de una errancia.
Celan da nombre a nuestro Blog, sentimos algo de esos escombros, de las cenizas vueltas lenguaje.
tal vez intentar ese hilo, en esas afinidades compartidas,
a través de saber que:
«Un mismo interrogante nos iguala, una misma palabra herida».
y quizás dejar la lámpara encendida, no por la oscuridad sino a pesar de ella
pues ,
"Donde no hay riesgo no puede haber escritura"
entonces,
"Intentemos pues jurar en el sueño"
Un abrazo
Lilián
LILIÁN: Vaya si el nombre nos marca, huella, marca y errancia, le agradezco haber comprendido el concepto de diálogo. Sé que Jabès y Celan están allí.
Un abrazo.
Javier: las bellas palabras de Jabès sobre Celan:
"La lengua del secreto, inaudible?"
o
"El silencio, ningùn escritor lo ignora, permite escuchar la palabra. En un momento dado el silencio es tan fuerte que las palabras se limitan a expresarlo"
me hacen acordar a estos versos del gran poeta:
"el furor de callar
irradia como una estrella"
Esta "poesìa de estertor", como dice Glantz, va evolucionando, al final de su obra, hacia "poemas muy cortos en los que los tèrminos de las frases, por el ritmo de su brevedad indefinida, parecen contorneados de blanco (...) como si el vacìo fuera menos una falta que una saturaciòn, un vacìo saturado de vacìo"
Es enriquecedor el cruce entre grandes escritores para abordar una poesìa austera, que forcejea con el silencio, que calla en su decir:
"Labio inhabilitado,anuncia
que pasan cosas todavìa
no lejos de tì"
Algo de esto, (muy modestamente, claro) tratè de transmitir en las dos entradas que subì a nuestro blog, cuyo nombre es un homenaje a este excepcional poeta.Gracias por su aporte, Javier.
Saludos
Liliana.
"Ella, la lengua, no estaba perdida, no, a pesar de todo. Pero debía atravesar aún su propia falta de respuestas, atravesar un terrible enmudecimiento, atravesar las tinieblas mil veces espesas de un discurso homicida".
No estaba perdida, a pesar de todo, no.
Gracias por su aporte, Liliana.
Saludos.
Hola javier
me vine corriendo de Meridiana, esta semana tengo a Celan entre las cejas, y mientras más leo más quiero leer.
Me ha encantado este post, especie de contrapunteo que muestra aquello que se muestra (no muestra) como misterio, como lo callado
como la lengua que el arqueólogo tardó en desenterrar para que hablara
Gracias mil por estas maravillas
un abrazo
Gracias a usted querida GATA INSOMNE por prestar atención a estas páginas. Un encuentro donde el horror y la belleza coviven como pocas veces. Y el silencio dice.
Un abrazo.
J.G.:
El silencio es el eje fundamental de la escucha... una vez que se lo vive, surgen de él la música, la poesía, las respuestas, el diálogo. Escuchar lo que dice el silencio del Otro, de los otros, del extraño en uno mismo es, no pocas veces, ominoso; sólo el pánico lo explica, ya que, en nuestras pesadillas, lo confundimos con estar abocados a la nada.
Ese punto en el que el silencio se toca con la nada y que puede asustar a tanta gente, estimada OONAGH, cuando tal vez sólo luego de experimentar el vacío estamos libres de construir un sentido.
Un gentil saludo
Publicar un comentario