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9.8.09

VALENTINE PENROSE: LOS POEMAS

Tengo las flores más bellas / la quimera más bella / el espejo más bello / yo soy el agua que se canta.
V.P.

Valentine Penrose nació en 1898. En 1925 se casó con el pintor Roland Penrose, viajó a Egipto, a la India, a España (a vivir en un castillo medieval) y a Londres. Incursionó en el ocultismo. En 1944 se alistó en Algeria como soldado, regresando a Francia durante la liberación. Murió en 1972.
Dons des Fèminines es el libro dedicado a Rubia, la mujer amada.
Escribe Paul Eluard en el prologo a ese libro:
Yo hubiera querido, con Valentine Penrose, amar apasionadamente para lograr esa unión, para reconocer a esta mujer desconocida, la que entra y sale de este libro, siempre distante y aunque más no fuera en sueños, mirarla a los ojos, aún a riesgo de todas las metamorfosis.
Valentine Penrose describe así a Rubia:
Su inclinación natural es hacia las noches claras cuyo césped es negro, hacia la desnudez inmaculada. A la luz de la luna, su verso pertenece a su propia semejanza, como las alas del pájaro pertenecer al Ala.
Por alguna de las tantas injusticias que tiene el mundo literario, la poeta Valentine Penrose es poco conocida y si se habla de ella es por su obra La condesa sangrienta.
No es su célebre novela gótica lo que importa aquí. Gigante entre gigantes (Breton, Eluard, Aragon, el mismo Artaud; es extraño que su figura se encuentre casi postergada en una vanguardia tan afín a los mitos).
Penrose es una de las mejores poetas que dio el surrealismo y eso es suficiente para intentar una aproximación a su obra.



Dónde estás tú que recomienzas
tus cabellos como un ramo
sosteniendo los globos y las copas.

La flor de sol se marchitaba
yo te ofrecí las riendas verdes
y tú saltaste al único corazón necesario
sin girar sin vacilar
sin error
quieta

en medio de la sangre de la luz.

de Hierba a la luna, 1935


A FRANCESCA

Manos dulces no-me-olvides en la culata de los fusiles
lucho me prostrerno
ante los muertos en tus cabellos como guadañas
tú cantora de los huessos profundos de los marineros los soldados

de Poemas, 1937


Cuidado con las mujeres cuyas hermanas son bellas
Cuidado con las mujerzuelas cuyas amante son bellas
en el gentío donde nuestros ojos
intercambian sus miradas
estériles

*


Vayamos a los confines donde el sol es frío
Donde sea imposible ingresar al pasaje.
De las cosas que vendrán unas desconcertadas firmes otras
Ellos hablan conjeturan
Nunca hubo nada tan hechizado. Adiós mi bienamada
Tu mujer de clamores está en el paisaje
Adiós Rubia.


*


Ven a dormir conmigo al lecho de estos ancestros
Donde se forjaron los bríos de tu belleza viva.
Regresa, oh absorbente. Ante los velos de tu cadera
Donde me arrodillo
Como no ha rogado nadie
Te ruego que me dejes dormir y mezclarme con los tiempos.


*


¡Oh rubia! esto que hemos saboreado de la feliz forma viviente
Esta muerte abundante esta noche conjurada
Demasiado extendida hoy para mi soledad.


de Dones de las Femeninas, 1951


LOS TEMPLARIOS DE PIERREFITTE

Bajo los grandes reflejos de hierro violeta
Junto con la hiedra el vellocino emblema
Que duerman bajo el arco mitral. Empuñadura de espada
Cruz lujuria guardadas orden de las estaciones.

Ahí arriba sobre el trigo parsimonioso
No más recolección. La estéril violeta.
No más parejas de hermanos ni otoños ecuestres
No más normas de Oriente. Templarios, dormid.


NOCHE

Volverá la noche de invierno
para tenderme a tu lado.
Las fachadas beberán austeras
El claro de luna y su luz
Será expulsada de nuestros besos y brazos.

El cuarto yace solo con las cortinas bajas
Tú yaces sola con los ojos bajos
El claro de luna es el claro de tus brazos
La noche trae su nave imperturbada.

de Las magias, 1972


TODOS LOS POEMAS PERTENECEN A LAS TRADUCCIONES DE MARÍA NEGRONI PARA HIERBA A LA LUNA Y OTROS POEMAS DE VALENTINE PENROSE, EDICIONES ANGRIA, CARACAS, 1995.
LA INFORMACIÓN SOBRE VALENTINE PENROSE FUE EXTRAIDA DE EL TESTIGO LÚCIDO, DE LA MISMA AUTORA, BEATRIZ VITERBO, 2003.

25.2.09

POEMAS DE HENRI MESCHONNIC


Veía Moisés que la zarza ardía y no se consumía y se dijo: voy a ver qué gran visión es esta y porque no se consume la zarza.




Exodo 3,2


Lingüista, teórico de la escritura, traductor de la Biblia, autor de ensayos imprescindibles en los que reflexiona sobre el ritmo, el poeta Henri Meschonnic (París, 1932-2009) ofrece un lenguaje inevitablemente atravesado por su tiempo. Hay pequeños ecos de Paul Celan (el referente inevitable), articulaciones del yo y el tú (que una vez más puede ser religioso o amoroso), epigramas y la decisión de prescindir de toda puntuación. Transcribimos aquí algunos de sus poemas en versiones de Hugo Savino para Leviatán, del libro Puesto que soy esa zarza / Puisque je suis ce buisson

*

hay lugares que están más llenos de espera
que otros
cabezas
más llenas
de un fuego
del tiempo que otras es una
historia que camina mientras duerme
he recibido un talismán
desde el otro lado de la espera
duermo el tiempo
desde que
ardo sin
consumirme
puesto que soy esa zarza


*

no sé
lo que ayer
será
lo que hará el pasado
lo desconocido
no es mañana
es lo que ayer
hará de
mañana


*

el corazón en la mano el corazón
en la boca
corazón que desborda
corazón desplazado desmarcado
es el cuerpo en sus esperas
es esperar quién es el cuerpo


*

hoy
las hojas muertas
iban más rápido que yo


*
es porque me nombro

que no olvido
vivir


*

también yo
tenso mi voz
hacia tu luz
estoy en mi lugar
cada vez
más lejos
vuelvo
sin palabras
conmigo contigo
para ser
nuestro lenguaje



Versiones de Hugo Savino para Puesto que soy esa zarza, Leviatán, 2008

3.2.09

KAVAFIS O EL DESEO


Constantino Kavafis —Alejandría, Egipto, 1.863-1.933— es, extrañamente (o no), uno de los poetas que más ha apelado a la historia para componer las escenas y los personajes de sus poemas.
Pero, el resultado —en algunas de sus piezas maestras— es un erotismo inusual, que apela a la evocación, a la recreación del deseo mismo en el poema: la memoria del cuerpo.
¿Habrá tal cosa?
«Cuerpo, recuerda»— escribe Kavafis o pide: «Arte de la poesía, tráeme esta noche el mayor número posible de recuerdos».
Y el deseo, tan inasible como poderoso, sigue temblando en el poema.


DONACIONES

Me siento y sueño...
Mi donación al arte
está hecha de sensaciones y deseos...
algunos rostros o líneas entrevistos
vagas memorias de amores incumplidos...
Mejor que me abandone al arte.
El sabe dar cierta forma a la belleza,
completando la vida
de modo casi imperceptible,
combinando las impresiones
combinando los días...


HE IDO

No tengo ligaduras;
me abandoné del todo.
He ido en la noche iluminada
hacia goces que eran mitad reales
mitad elaborados por mi espíritu.
Y he bebido un vino fuerte
como beben aquellos
que se entregan valerosamente al placer.


MELANCOLÍA DE JASÓN, HIJO DE CLEANDRO, POETA EN COMAGENO, 595 DESPUÉS DE CRISTO

Mi cuerpo, mi figura que envejece:
heridas de un temible cuchillo...
No estoy de ningún modo resignado.
Es a ti a quien recurro, Arte de la Poesía,
ya que conoces algunos remedios...
Tentativa para adormecer el dolor
por la imaginación y por el verbo.
Heridas de un temible cuchillo...
Suministra tus remedios, Arte de la Poesía,
que impiden (por un tiempo) sentir la herida.


JURAMENTO

Con frecuencia se promete, reformar su vida.
Pero cuando llega la noche con sus tentaciones
sus componendas, sus promesas;
cuando llega la noche, con su fuerza propia,
hecha de impulsos del cuerpo que quiere y exige,
extraviado, se entrega a la alegría fatal de siempre.


CLAROSCURO


Mirando un ópalo de tintes grisáceos,
recordé dos bellos ojos gises

que vi hará unos veinte años.
Nos amamos durante un mes.
Después se fue.
A Esmirna, creo,
donde tenia trabajo,
y nunca nos volvimos a ver.

Deben haber perdido su belleza
(si vive todavía), los ojos grises.
El bello rostro se habrá afeado.

Memoria mía, guárdalos tal como eran antaño..
Memoria de este amor,
tráeme de esta noche
el mayor número posible de recuerdos.


AL MISMO LUGAR

Ambiente de la casa, de los cafés,
del barrio que tengo bajo los ojos
y que frecuento todo el año;
te he creado de mi alegría y mis penas,
gracias a tantas circunstancias e incidentes,
que ahora estás para mí cargado de sentido.


CUERPO, RECUERDA...

Cuerpo, recuerda, no solo el ardor
con el cual fuiste amado;
no sólo los lechos sobre los cuales
te has acostado, sino esos deseos
que brillaban por ti en los ojos
y temblaban en los labios,
y un obstáculo fortuito
ha impedido que se cumplan...
Ahora que todo eso pertenece al pasado,
casi parece que te has abandonado a ellos...
Cuerpo, recuerda esos deseos
que por ti brillaban en los ojos
y temblaban en los labios.


Versiones de Juan Carvajal

Nota relacionada:
KAVAFIS O LA MEMORIA DEL CUERPO