
14.10.09
INGEBORG BACHMANN: UNA FORMA DE ARDER EN EL LENGUAJE

23.9.08
POESÍA EXPRESIONISTA: AUGUST STRAMM

Es decir, los poemas de este contemporáneo de Georg Trakl, suenan sorprendentemente modernos.
En la Primera Guerra Mundial actuó como capitán de reserva.
Después de haber participado en más de setenta acciones, murió en el frente ruso en 1915.
SEPULCRO DE GUERRA
Varas suplican cruzados brazos
escritura vacila pálido desconocido
flores impertinentes polvos atemorizan
vislumbre
lagrimea
vidrea
olvido.
PATRULLA
Las piedras hostilizan
ventana ríe irónicamente traición
ramas estrangulan
montes arbustos hojean con crujido
resuenan
muerte.
MELANCOLÍA
¡Andar empeño
vida anhela
espanto estar
miradas buscar
muerte crece
el futuro
grita!
Profundamente
enmudecemos
nosotros.
DESESPERADO
Allí retumba una piedra estridente
noche granea vidrio
los tiempos se detienen
yo me petrifico.
olvido
¡Lejos
te vidreas
tú!
Traducción: Rodolfo Modern
NOTAS RELACIONADAS:
DADAÍSMO
INVENCIONISMO
3.9.08
EDGAR BAYLEY. PUNTUACIONES SOBRE UNA POÉTICA SIN PUNTUACIÓN

Edgar Bayley (1919—1990)
o. Arte Poética: El propósito fue liberar la inocencia y la fluidez poética a través de una sostenida inteligencia. Había que ir a la poesía con los ojos abiertos. Era preciso enfrentar el sueño con la mirada vigilante.
1. El arte del siglo XX tiene la marca de las vanguardias. A través del mundo estallaron movimientos que revolucionaron el arte y las letras.
Buenos Aires fue participe de esos movimientos.
2. El arte de vanguardia, con su anhelo de crear un proceso puro, logró un punto alto en el Invencionismo, movimiento del que el poeta Edgard Bayley fue mentor y cima.
3. Bayley apela a la construcción de sentido por «choque de vocablos».
La agrupación de palabras libres de nexo hace emerger un nuevo sentido.
4. Difiere de la característica imagen onírica del surrealismo o de la audacia de Huidobro, en las proezas verbales del creacionismo, pero se nutre a su vez de ambos movimientos. Añade el «estado de alerta».
5. Deja su marca en esa fluidez liberadora del lenguaje: mi amada estanque azul huerto cabellos.
La imagen o construcción que parece que no terminará nunca, es infinita esta riqueza abandonada.
6. Repasando los libros del autor para tomar estas notas erráticas, este verso parece responder a la búsqueda: no puedo decirlo de otro modo.
7. La poesía se despliega como un discurso otro en la trama simbólica. Cada poeta deja allí su marca o huella.
8. Abolición de mayúsculas y puntuaciones, adjetivación sensual, desmesurada, (...fulgurante viva fluvial...).
9. Uno de los poemas favoritos de Bayley era La linda pelirroja, de Apollinaire: ...Queremos explorar la bondad comarca inmensa donde todo calla... ...Piedad para nosotros que luchamos siempre en las fronteras de lo ilimitado y el porvenir...
10. ¿Qué es la imagen poética? La imagen poética nace de términos antitéticos estructurados emocionalmente, dice Juan Jacobo Bajarlía, colega invencionista de Bayley.
11. Poiesis significa invención, le dijo Bajarlía a Aldo Pelegrini, cuando este le remarcó la escasa recepción obtenida por su poesía entre los invencionistas.
Junto a él se hallaban sentados Alejandra Pizarnik y Pichon Riviere hablando sobre Lautreamont. Por el bar aparecían también, entre otros, Alberto Girri y Ricardo Molinari.
12. Bajarlía cuenta una velada inolvidable en la casa de Oliverio Girondo y Norah Lange. Estaban presentes Edgar Bayley (que iba por el cuarto whisky) y una aún inédita Alejandra Pizarnik. Oliverio Girondo leía los originales de En la Masmédula. Algo me dice que es infinita, no terminará nunca, esta riqueza abandonada.
13. ¿Como definir al Invencionismo? Cito a Daniel Chirom: Toma elementos del creacionismo de Huidobro. Agrega al concepto de creación, el de voluntad, La poesía es una forma de conocer al mundo. La imagen es así un hecho directo de la voluntad y no una vinculación entre dos términos (metáfora).
14. Llamo herramienta Bayley a ese referido choque de vocablos que hace emerger un nuevo sentido por irrupción, allí donde parece que ese fluir del poema no terminará nunca es infinita esta riqueza abandonada.
ES INFINITA ESTA RIQUEZA ABANDONADA
Es infinita esta riqueza abandonada
esta mano no es la mano ni la piel de tu alegría
al fondo de las calles encuentras siempre otro cielo
tras el cielo hay siempre otra hierba playas distintas
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
nunca supongas que la espuma del alba se ha extinguido
después del rostro hay otro rostro
tras la marcha de tu amante hay otra marcha
tras el canto un nuevo goce se prolonga
y las madrugadas esconden abecedarios inauditos islas remotas
siempre será así
algunas veces tu sueño cree haberlo dicho todo
pero otro sueño se levanta y no es el mismo
entonces tú vuelves a las manos al corazón de todos de cualquiera
no eres el mismo no son los mismos
otros saben la palabra tú la ignoras
otros saben olvidar los hechos innecesarios
y levantan su pulgar han olvidado
tú has de volver no importa tu fracaso
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
y cada gesto cada forma de amor o de reproche
entre las últimas risas el dolor y los comienzos
encontrará el agrio viento y las estrellas vencidas
una máscara de abedul presagia la visión
has querido ver
en el fondo del día lo has conseguido algunas veces
el río llega a los dioses
sube murmullos lejanos a la claridad del sol
amenazas
resplandor en frío
no esperas nada
sino la ruta del sol y de la pena
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
MI AMADA ESTANQUE AZUL HUERTO CABELLOS
fulgurante viva fluvial origen buscada reencontrada
como un islote un puente una manzana un tatuaje
en la noche hendida en la marmita en la estrella marina
en la mano párpado llamado reflejo de mi amada
en forma de estanque azul
de miel
de estornino
de gota de agua
de cabellos
regresamos una y otra vez al centro del fuego
del dolor
del huerto
la distancia la desgarrada higuera
y eternamente otra y eternamente igual
en la corriente en el llanto
salitre otoño alba rota soledad escondido silencio brisa furia
años sombra desventurado niño simiente
paredes de olvido lluvia y grito y casa
roja estancia andenes
te doblegas te curvas en tu fiebre antigua en tu costado
los dos solos devorando toda noche toda celda
súbito amanecer canal del sueño
lengua que disuelvo en mi silencio en mis dos puertos
tibio cuerpo llegada partida del mar polo irremediable
y humedecido y nadando entre cataclismos y lámparas y brazos
sin memoria sin nombre
abierto al dios que nos recrea
en cada espasmo de labios azules de piedras azules
en la nuca en la espuma en el purísimo rescoldo
desciendo al día primero a la primera mañana al aviso inicial
por tus ojos por tu boca por tu sexo penetro me despido
pierdo altura razón vidamuerte te tomo me disuelvo
y otra vez te amo soy el día cerca de tus hojas
un río una voz
ALBERGUE RÍO CLARIDAD LA MANO
no sé
ya no sé más
si alguna vez me llamé
juan o pedro o nazareno
no sé más
si te quise alguna vez
o me quisiste
no sé más
si hubo noches días
una alegría
al despertar entre tus brazos
no sé más si fui cereal acuario llama
albergue río claridad la mano
vara túnel grito mudez
una mañana rapto eslabón sollozo
no sé más
si te llame o me has llamado
si estuve alguna vez donde se creía
y si viajé y te busqué o me buscaste
que los que más de amor se abrasaron
a su menor centella no llegaron
este árbol razón toque de queda
vaivén sueño rigor camino luz
y cerrazón y amago
y certidumbre y duda
llevan al sol la tierra visitada
ELLA SE PROLONGA
ella se prolonga en sus ojos y manos tendidos
hacia los trenes que pasan muy cerca
en el silencio batido incesantemente
por un sueño frío
por una fría locura sin amparo
tú que sabes contar
y estás de pie
y en tu alma recompones el amanecer
y simulas el recuerdo
la unitaria claridad de los días sobrevenidos
sientes la presencia
de una memoria rota
de una sonrisa a la deriva
de unas manos
de un vuelo
de un breve valle que ardió en el ocaso
¿cómo decir que ya no está el fuego
y las paredes caen y pasa el viento entre las sombras?
tú puedes ser nombrado y miras simplemente
como un viajero más
hacia los altos
pero allí quedó
-es vano el ocultarlo-
la sangre que trepaba al sol en el verano
allí quedaron sus ojos deslumbrados
y un alba común
anochecida
5.3.08
ENTRE CELAN Y CELAN

Henri Michaux describe la sonrisa de Celan como «la sonrisa de un hombre que atravesó mil naufragios.»
No intentará esta breve nota hablar acerca de esos naufragios, acerca de todo eso sobre lo que tanto se ha escrito.
Apenas queremos compartir con el lector un pequeño poema de Celan. Pertenece al libro «De umbral en umbral», dedicado simplemente «a Gisèle», esposa de Celan y artista gráfica. Se trata de un poema escrito para el primer hijo de la pareja, muerto prematuramente.
EPITAFIO PARA FRANCOIS
LAS dos puertas del mundo
están abiertas:
abiertas por ti
entre dos noches.
Las oímos golpear y golpear
y llevamos lo incierto,
y llevamos lo vivo a tu siempre.
Octubre 1953
(Traducción de Jesús Munárriz)
Consultar aquí:
Celan- Dios- Nelly Sachs
Celan Jabès
25.1.08
ENTRE JABÉS Y CELAN (LA «ERRANCIA ESPECTRAL DE LA PALABRA»)

(Edmond Jabès, palabras dedicadas a Paul Celan.)
Algo unió a estos dos poetas tan diferentes entre sí. Algo más que su común origen judío y el encuentro en París. Tal vez, fue el diálogo que mantuvieron con la filosofía (Buber, Derrida, Levinas reformulado por Jabès y la compleja relación de Celan con Heidegger). O quizás, junto al destierro y la migración de lenguas, la conciencia de que debían dar cuenta de lo indecible.
En Jabès (El Cairo, 1912- París, 1991), la vida misma se hace escritura, reescritura; tanto como el judaísmo o el camino. Las preguntas convocan las respuestas y la errancia misma se torna trayecto, morada.
A través de la frase, el desierto, tanto como la hoja en blanco, devienen palabra y lugar. El libro a escribir, como en Mallarmé, son las notas y reflexiones acerca de ese texto que nunca culmina.
Paul Celan (1920-1970), en cambio, debe reformular el alemán para diferenciarlo del idioma de sus captores. Y dar testimonio hasta el mismo momento en que elige su muerte. Diferenciándose del idioma de los historiadores, sabe que sólo la poesía podrá dar cuenta del dolor y el espanto. Allí está su voz para demostrar que lejos de «embellecer la realidad» su «palabra herida», fragmentada, desdoblada, es lo que volverá una y otra vez en favor de la memoria.
Tomaremos algunos versos de Jabès, seguidos de palabras de Celan para intentar esa «palabra en diálogo» que nos constituye.
EDMOND JABÉS
Donde no hay riesgo no puede haber escritura.
La singularidad es subversiva.
Pensar, escribir, es hacerse semejante. La escritura, el pensamiento, son sólo aproximaciones sutiles a la semejanza, juegos de aproximaciones; fuegos combinatorios en lucha con su vacío, frente al objeto.
Pensar al otro es perpetuar la semejanza.
El grito de Dios es el grito de toda ausencia.
Mi desierto es espejo divino pulverizado.
Toda página escrita es nudo desanudado de silencio.
El vacío es espera de vocablo.
Todo lector es el elegido de un libro.
Soy hombre de escritura. El texto es mi silencio y mi grito. Mi pensamiento avanza soportado por el vocablo, movido por el ritmo de lo escrito. Ahí donde pierde el aliento, me derrumbo.
No digas nunca que has llegado; porque, en cualquier parte, no eres más que un viajero en tránsito.
Todos los caminos parten del cuerpo y nos conducen a él. El cuerpo es el camino.
Blancura del texto.
Leo y releo el libro que voy a escribir.
«Al crear, creas el origen donde te abismas», escribía Reb Sanua.
Toda palabra tiene como destino una palabra.
El poeta encuentra; el sabio redescubre.
El corazón del diálogo está pleno de los latidos de la pregunta.
La palabra debe su fuerza, menos a la certeza que ella marca, al articularse, que a la carencia, al abismo, a la incertidumbre de su decir.
Encontrar la formulación y el tono justo: más que un arte de escribir, un arte de vivir y de morir.
Invisible Auschwitz en su horror visible. Nada hay que ver que no haya sido visto ya.
Serenidad del mal.
En el principio estaba el libro en su blanco principio. Como las sabemos fatales, a menudo callamos las palabras que hacen daño.
Así, toda confesión de sufrimiento es palabra silenciada.
Escribir, escribir ese silencio.
No existen palabras para el adiós.
No escribimos más que la blancura donde se inscribe nuestro destino.
Tantos adioses en cada adiós.
Tantas cenizas para cubrir un poco de ceniza.
Que tu memoria sea mi morada.
Inconmensurable es la hospitalidad del libro.
PAUL CELAN
El poema es un diálogo, a menudo un diálogo desesperado.
Los poemas, en este sentido, también están en camino, se dirigen a algo. ¿Hacia qué? Hacia algo abierto, vacante, hacia un tú invocable tal vez, hacia una realidad invocable.
El poema es solitario. Es solitario y está de camino. Quien lo escribe queda entregado a él.
Entierra la flor y pon al hombre sobre esta tumba.
Es la contra-palabra, es la palabra que rompe el «hilo».
Ella, la lengua, no estaba perdida, no, a pesar de todo. Pero debía atravesar aún su propia falta de respuestas, atravesar un terrible enmudecimiento, atravesar las tinieblas mil veces espesas de un discurso homicida.
El arte sería entonces el camino de regreso abierto por la poesía- ni más ni menos.
Yo soy alguien que gusta de palabras sencillas.
La razón debe regir, volver a dar su sentido propio a las palabras, a las criaturas y a los acontecimientos, lavándolos con el agua regia del
entendimiento.
Intentemos pues jurar en el sueño.
La realidad no está dada. La realidad exige que se la busque.
¡Estos poetas! ¡Al final hay que desearles que un día logren escribir una verdadera novela.
Poesía: lo fatalmente único del lenguaje.
Sólo manos verdaderas escriben poemas verdaderos. No veo ninguna diferencia de principio entre el apretón de mano y el poema.
Vivimos bajo cielos sombríos y hay pocos seres humanos. Por eso probablemente haya tan pocos poemas. La esperanza que aún tengo no es grande: intento mantener lo que me ha quedado.
La poesía ya no se impone. Se expone.
El que anda con la cabeza, señoras y señores, el que anda con la cabeza tiene el cielo como abismo bajo sus pies.
El poema se afirma al límite de sí mismo. Para poder mantenerse, el poema se reclama y se recupera ininterrumpidamente desde su ya-no a su todavía.
La hora saltó fuera del reloj, se le adelantó y le ordenó marchar correctamente.
___________________
Luego del suicidio de Paul Celan, Jabés escribió:
«Aquel día. El último. Paul Celan en mi casa. Sentado en el mismo lugar que mis ojos, en este
instante, miran fijamente. Palabras, en la proximidad, intercambiadas. ¿Su voz? Dulce, la mayor parte del tiempo. Y, sin embargo, no es aquella voz la que oigo, sino el silencio. No es a él a quien veo sino el vacío, tal vez porque aquel día, sin saberlo, ambos hicimos el recorrido cruel de nosotros mismos».
Más tarde, le dedicó uno de los más bellos réquiems escritos por un poeta a otro.
PALABRAS DE EDMOND JABÈS SOBRE PAUL CELAN:
«Un mismo interrogante nos iguala, una misma palabra herida».
«Tras la lengua de Paul Celan hay el eco jamás acallado de otra lengua».
«El silencio, ningún escritor lo ignora, permite escuchar la palabra. En un momento dado el silencio es tan fuerte que las palabras se limitan a expresarlo».
«¿La lengua del secreto, inaudible?»
«Palabras descubiertas o transmitidas por manos extranjeras o familiares, por voces remotas o próximas, voces de ayer, dulces al oído o crueles y temidas».
«Las palabras solo dicen este silencio. El suyo y el nuestro».
«Interrogar a un escritor es interrogar, en primer lugar, las palabras de su memoria, las palabras de su silencio: hundirse en su pasado de vocablos —las palabras son más viejas que nosotros y el texto no tiene edad».
25.10.07
RILKE Y SU TIEMPO. LAS HORAS...
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«Señor da a cada cual la muerte que le es propia»
(Libro de las horas)
«Tal es la nostalgia habitar en la onda y no tener patria en el tiempo
y tales son los deseos quedos diálogos de las horas cotidianas con la eternidad...
...Y eso es la vida. Hasta que de un ayer suba la hora más solitaria de todas, la que sonriendo distinta a sus hermanas, guarde silencio en presencia de lo eterno.»
(Poemas tempranos)
Algunas cosas importantes estaban ocurriendo en los últimos años, las últimas horas, los últimos días del sigo XIX:
El filósofo Nietzsche entraba en la locura habiendo dejado una obra inquietante que marcaría el tiempo entrante. Una figura Influyente incluso para un médico de Viena que por entonces trabajaba febrilmente: Sigmund Freud.
La joven escultora Camille Claudel utilizaba a su hermano Paul Claudel como modelo para sus esculturas.
El gran escultor Rodin trabajaba en sus obras.
Hacia fines de siglo XIX también ocurrían algunas cosas importantes en la ciudad de Praga.
Pronto llegarían las grandes obras de Proust, Joyce y Eliot.
En 1883 nacía Franz Kafka (1883-1924). Praga era una ciudad con siglos de historia donde se cuenta que en cada pasillo se respiraban las leyendas.
Evidentemente estos movimientos entre otros, hacían parte de un maremoto intelectual y artístico que marcaría el siglo XX.
Y el 4 de diciembre de 1875 nace en Praga René Karl Whilhem Joseph María Rilke.
Un año antes sus padres habían perdido una hija de corta edad, hecho traumático que marcaría la vida del poeta.
En verdad, se ve una foto de esos años del poeta, con largos rizos rubios reemplazando en la imaginación enfermiza de su madre a la niña perdida.
Si tenemos en cuenta que a los 15 años entraría a una escuela militar, el panorama no parece demasiado favorable.
Aún así, antes de dejar su Praga natal, Rilke ya era un escritor prolífico. Leemos unos versos de «Ofrenda a los lares»:
«En la vieja casa, libre ante mí"/ diviso Praga entera a la redonda; / al fondo, silencioso y quedo el paso,/pasa de largo la hora honda del crepúsculo.»
Aunque se trata de una obra temprana, en estas imágenes de interioridad ya se advierte la preocupación religiosa y una clara habilidad para las. Esta observación no es menor si vemos lo que seguirá en la obra del poeta.
Tomamos de su obra de 1896, CORONADO SUEÑO, los primeros versos de su poema «CANCIÓN REGIA», como un concepto que luego alcanzaría el esplendor:
Pronto llegarán los primeros grandes poemas. Tal es el caso del bellísimo DÍA DE OTOÑO, una hermosa plegaria melancólica.
«Señor: es hora. Largo fue el verano./Pon tu sombra en los relojes solares,/y suelta los vientos por las llanuras.
Haz que sazonen los últimos frutos,/concédeles dos días más del sur,/úrgeles a su madurez y mete/en el vino espeso el postrer dulzor.
No hará casa el que ahora no la tiene,/el que ahora está solo lo estará siempre,/velará, leerá, escribirá largas cartas,/y deambulará por las avenidas,/inquieto como el rodar de las hojas.»
Pero el escritor joven y prolífico aún esperaba por las experiencias que marcarían su vida y junto con ésta la literatura de nuestro tiempo.
En su viaje a Munich conoce a la bella y célebre escritora rusa Lou Von Salomé, quién había sido cortejada por el filósofo Friedrich Nietzsche.
Viajan a Rusia en lo que constituirá una experiencia poética decisiva.

Los viajes a Rusia provocan una impresión en Rilke que durará toda su vida, la religiosidad en el vasto territorio, el reencuentro de Lou con su tierra, la visita que ambos realizan al célebre Leon Tolstoi.
Esta experiencia detona en Rilke su primera gran obra: «EL LIBRO DE LAS HORAS» cuya dedicatoria es elocuente: «Puesto en las manos de Lou.»
Pronto vendrá la experiencia rural de Rilke viviendo en comunidad con artistas en Worpswede, Bremen. Se casa con la escultora Clara Whestoff y tiene una hija llamada Ruth (nombre bíblico pero también nombre de una obra de Lou Andreas Salomé).
Hay un aspecto que lo conmueve intensamente. La religiosidad rusa. Pasa la Pascua rusa en ese territorio entre desértico e inmenso.
Basta consultar la vida de Gregori Efimovich Rasputín, ese SALVAJE EN LA CORTE DEL ZAR para darse una idea de la infinidad de sectas y grupos religiosos y lugares de retiro para monjes y religiosos.
«Tengo muchos hermanos con sotanas»
reza un verso del LIBRO DE LAS HORAS.
EN UNA NOCHE DE NOVIEMBRE DE 1899 FUE ESCRITO «Historia del amor y muerte del joven alférez Cristóbal Rilke», un formidable ejemplo de prosa poética, con imágenes tan oníricas como extrañas y perfectas. Un libro extraño y onírico que demuestra la amplitud de Rilke como escritor y poeta. Citamos algunos fragmentos.
«CABALGAR, cabalgar, cabalgar, de día, de noche, de día. Cabalgar, cabalgar, cabalgar. Y el ánimo está tan cansado y es tan grande la nostalgia. Ya no hay montañas, apenas algún árbol. Nada se atreve a alzarse. Extrañas chozas se acurrucan sedientas junto a pozos cenagosos. En ninguna parte una torre. Y siempre la misma imagen. Sobran los dos ojos. Sólo de noche a veces se cree conocer el camino. Tal vez estemos rehaciendo por la noche el mismo trecho de camino que hemos recorrido penosamente bajo el sol extranjero. Puede ser. El sol pesa como en nuestra tierra en lo profundo del verano. Pero fue en vano cuando nos despedimos. Los vestidos de las mujeres brillaron mucho tiempo entre el verde. Y hemos cabalgado tanto. Así que debe ser otoño. Al menos allí donde tristes mujeres saben de nosotros.»
LA OBRA DE LA MIRADA
En París, Rilke tendrá una experiencia crucial: su encuentro con el escultor August Rodin. Ese hombre mayor, rudo y viril le da la orden que el poeta de alguna manera cumplirá el resto de su vida. Ante la pregunta
—¿Cómo debo vivir?— del poeta melancólico.
—Trabajando- responde el maestro.
Este imperativo parece en perspectiva tan crucial en Rilke como el cambio de nombre propiciado por Lou Salomé.
Rilke tuvo una importante formación visual, detalle que ya de por sí lo hace un poeta por demás particular. Para Rilke la obra del gran escultor Rodin y del pintor Cezanne excede en influencia a cualquier escritor, exceptuando desde ya a su admirado Jacobsen.
Es en París donde Rilke escribirá el agotador «Los apuntes de Malte», obra en la que el artista se propone conocerse a sí mismo a través de sus pesadillas más profundas, casi como un ejercicio de limpieza, catarsis y depuración. La obra ha sido considerada la primera novela existencialista.
No fue sólo para escribir un estudio que vine hacia usted. Llegué para preguntarle, ¿cómo se debe vivir? Y usted respondió: trabajando. Lo comprendo. Bien comprendo que trabajar es vivir sin morir.” Ante esto, en Mirada Retrospectiva , la eterna amiga de Rilke, Lou Andreas Salome, escribirá ya tardíamente:
«Desde esta perspectiva se comprende la redención que le tocó a Rainer en suerte en su encuentro con Rodin quien como artista le regaló la realidad tal como es, sin la falsificación sentimental del sujeto.»
El procedimiento de «aprender a ver», sobre el que tanto han escrito los poetas (recordemos sino la genial «Carta del vidente» de Arthur Rimbaud) se manifiesta en la creación de los poema— cosa. Una mirada salvaje y arrebatadora «que no le deje tiempo al objeto de acordarse de su fealdad.»
Lou Andreas Salomé parte hacia Viena para ser tomada como discípula por Freud. También se relaciona con uno de los discípulos más prometedores de Freud: Viktor Tausk, de melancolía rilkeana y otros trastornos psíquicos. Tausk terminará poniéndose una soga al cuello y disparándose en la cabeza.
Lou Von Salomé escribe sobre él: «lo que me conmovió de Tausk fue el desgarramiento de la criatura humana. Hermano animal. Tú.»
FRAGMENTOS DE CARTAS DE RILKE SOBRE EL ARTE
«No considerar al arte como una selección a partir del mundo, sino como su entera transformación en esplendor. La admiración con la cual usted se lanza hacia las cosas (todas sin excepción) debe ser tan impetuosa, tan inmensa, tan irradiante, que al objeto le falte tiempo para acordarse de su fealdad o infamia. No puede haber en lo terrible nada tan refractario y tan aniquilador a lo que la compleja acción del trabajo creador no pueda devolverle, con un gran excedente positivo como manifestación de la existencia, una voluntad de ser: como un ángel.»
(SOBRE LAS ELEGÍAS): « En las elegías la vida se hace otra vez posible. Es la afirmación de la vida y de la muerte... No hay ni un aquende ni un allende, sino la gran unidad en la cual también habitan los seres que nos superan, los ángeles... En aquel máximo 'mundo abierto' existen todos... La naturaleza, las cosas de nuestro trato cotidiano y de nuestro uso son, por cierto, provisionales y caducas, pero son, mientras estamos aquí en la tierra, nuestra propiedad y nuestra amistad. Ellas son consabidoras de nuestra alegría y de nuestra miseria y ya fueron las confidentes de nuestros antepasados... Las cosas tienen que ser comprendidas y transformadas por nosotros. ¿Transformarlas? Si, porque nuestra tarea es ésta: impregnarnos de esta tierra provisional y caduca tan profundamente, tan dolientemente, tan apasionadamente, que su esencia resurja otra vez en nosotros, invisible. Somos las abejas de lo invisible... El ángel de las elegías es aquella criatura en la cual ya aparece consumada esa tarea que nosotros venimos realizando de transformar lo visible en invisible...El ángel de las elegías es aquel ser que garantiza el reconocimiento en lo invisible de un grado superior de realidad. Y por eso es 'terrible' para nosotros, porque nosotros seguimos dependiendo de lo visible. Todos los mundos del universo se precipitan hacia lo invisible como hacia su más próxima y profunda realidad... Nosotros somos... los transformadores de la tierra; toda nuestra existencia, (incluso) los vuelos y caídas de nuestros amores, todo nos capacita para esta tarea...»
REQUIEM PARA UN JOVEN POETA SUICIDA
¿QUIÉN HABLA DE VICTORIAS? EL RESISTIR LO ES TODO.
Oh vieja maldición de los poetas,
que se quejan cuando deben decir,
que siempre opinan sobre sus sentires
en lugar de formarlos, y suponen
que lo que en ellos es triste o gozoso
sabrían y podrían en poemas
llorarlo o festejarlo.
Como enfermos,
convierten en lamento su lenguaje,
para decir dónde les duele,
en vez de transformarse, duros, en palabras,
como el cantero de una catedral
se transforma en la calma de la piedra.
¿Quién habla de victorias? El resistir lo es todo
HACIA LAS ELEGÍAS- LA OBRA DEL CORAZÓN
«PUES HAY UN LÍMITE PARA LA CONTEMPLACIÓN
Y EL MUNDO MÁS CONTEMPLADO
QUIERE CRECER EN EL AMOR.
LA OBRA DE LA MIRADA ESTÁ CONCLUIDA,
HAZ AHORA LA OBRA DEL CORAZÓN»
Este sorprendente fragmento de Rilke anuncia el fin de su período puramente plástico y visual y la llegada de su poesía existencial, cumbre de todos los tiempos en las ELEGÍAS DE DUINO y LOS SONETOS A ORFEO.
PERO estalla la primer guerra mundial y Rilke se entrega a la tarea de – recluido en un castillo- salvar el mundo y las cosas en «un exceso de intimidad con el silencio.»
Casi como si siguiera aquella máxima que dice que el escalón que un hombre suba lo subirá la humanidad toda.
HEIDEGGER, RILKE Y EL CONCEPTO DE DIOS
«Si vislumbra que Cristo fue alucinado por su anhelo y Mahoma engañado por
su orgullo, y si siente con terror en esta hora en que hablamos de El, que
Dios no existe, ¿Qué derecho tiene entonces a echarlo de menos, a El, que
nunca existió, como a alguien que ha pasado, y a buscarlo como si estuviera
perdido?
¿Por qué no piensa que EL es el Venidero, el que desde la eternidad está
por llegar, que es lo futuro, el fruto último de un árbol cuyas hojas somos? ¿Qué le impide proyectar Su nacimiento a los tiempos que serán y vivir su vida propia como un día doloroso y hermoso en la historia de una sublime preñez? ¿Usted no ve, pues, cómo todo lo que sucede es siempre un comienzo, y no podría ser ello Su comienzo, ya que comenzar, en si, es siempre
tan hermoso? Si El es el más perfecto ¿no debe preexistir algo inferior
para que El pueda escogerse entre la plenitud y la profusión? ¿No debe ser
el Ultimo, para abarcarlo todo en sí, y qué sentido tendríamos nosotros si Aquel a quién anhelamos ya hubiese existido?»
Este hermoso párrafo de Rilke, esta bella reflexión teológica tiene resonancias de Heidegger y, claro está, de Hölderlin. El dios venidero. El último dios. Los futuros. El dios que nos puede salvar. Lo que salva en el peligro.
Las elegías son ese intento de abarcar la existencia en su totalidad. Desde la vida y con la muerte con referente. Las interpretaciones son y serán innumerables, pero tenemos a ver el «aliento existencial» de la obra. El hombre ante el esplendor terrible y silencioso de la divinidad dispuesto a afirmar el todo. La figura del ángel entre los reinos de la vida y l a muerte.
su existencia más fuerte. Pues la belleza no es nada/ sino el principio de lo terrible, lo que somos apenas capaces/de soportar»
«¿No es tiempo ya de que, al amar, nos liberemos de lo amado?»
«Con todos los ojos ve la criatura/lo abierto. Pero nuestros ojos están/como al revés, y completamente en torno suyo,/la cercan como trampas, alrededor de su libre salida.
Nunca tenemos, ni siquiera un solo día, el espacio puro/delante de nosotros, donde las flores se abren/interminablemente. »
«¿Quién nos ha volteado así, que hagamos lo que hagamos,/mantenemos la actitud de alguien que se va? Como quien,/desde la última colina, que le muestra una vez más todo/su valle, voltea, se detiene, permanece un momento,/ así vivimos nosotros, y siempre nos estamos despidiendo. »
«haber sido una vez, aunque sea una sola:/haber sido terrenal, no parece revocable...»
LOS SONETOS A ORFEO
Poco antes de morir Rilke escribe el epitafio «Rosa oh pura contradicción voluntad de ser el sueño de nadie bajo tantos párpados». Recogiendo flores para una princesa ha sido malherido por la espina de la rosa.
Los sonetos concilian a Heráclito y a Parménides:
«Y si lo terrestre te ha olvidado,/ di a la tierra callada: yo fluyo/ y al agua veloz, dile: yo soy.»
El personaje mitológico del poeta que desciende al Hades en rescate de la amada muerta, presta a Rilke algunos motivos semejantes a las obsesiones de las elegías. La anécdota narra el estupor de Rilke ante la muerte de una joven bailarina.
Aún nos interpelan las preguntas de los sonetos:
«...Un Dios lo puede pero ¿como, dime, / un hombre ha de seguirle por la angosta lira?... »
«El canto es existencia. Algo bien fácil para el dios/ Mas, (nosotros)
3.10.07
GOLPES DE DADOS POR STÉPHANE MALLARMÉ

1842 1898
Ante la dificultad del poeta abordado, el compilador de estas notas, (muchas de ellas fragmentos de cartas de Mallarmé, otras, acotaciones de prestigiosos ensayistas) intentará sustraerse, dando pequeños «golpes de dados» en evocación del maestro.
«Parece que supiésemos algo del arte cuando sentimos lo que significa la palabra soledad » (Maurice Blanchot)
En el oscuro pueblo de Tournon, con un trabajo de profesor de inglés por debajo de sus posibilidades, Stèphane Mallarmé escribe a su amigo Cazalis:
«...soy ahora impersonal, y ya no el Stéphane que has conocido, —una aptitud que tiene al Universo Espiritual para verse y para desarrollarse, a través de lo que fui yo. »
«...felizmente, estoy perfectamente muerto, y la región más impura donde mi Espíritu puede aventurarse es la Eternidad, mi Espíritu, ese solitario habitual de su propia Pureza, que no oscurece ya ni el reflejo del Tiempo.» (Carta a Henri Cazalis 14 de mayo de 1867)
«Digo: ¡una flor! y, salvado el olvido al que mi voz relega algún contorno, en cuanto que algo distinto de los cálices conocidos, se alza musical, idea misma y suave, la ausente de todos los floreros. »(Stèphane Mallarmé)
«Casi un siglo ya y sólo estamos empezando a entrever que algo ha sido tramado (¿por Mallarmé?, en todo caso según lo que por el pasa, como a su través) para burlar las categorías de la historia y de las clasificaciones literaria, de la crítica literaria, de las filosofías y de las hermenéuticas de toda especie. Comenzamos a entrever que el trastorno de estas categorías habrá sido también efecto de lo escrito por Mallarmé.» (Jacques Derrida)
«A partir de que el escritor dejó de ser testigo universal para transformarse en una conciencia infeliz (hacia 1850), su primer gesto fue elegir el compromiso de su forma, sea asumiendo, sea rechazando la escritura de su pasado. Entonces, la escritura clásica estalló y la Literatura en su totalidad, desde Flaubert hasta nuestros días se ha transformado en una problemática del lenguaje.» (Roland Barthes, El grado cero de la escritura)
Mallarmé piensa la poesía y su pensamiento sobre la poesía termina por ser tan importante como su Obra. O tal vez su Obra misma. Le fue revelado que la misión del poeta es «la explicación órfica de la tierra.» Deja misteriosos apuntes para ese único libro que nunca concluirá, transformándose en una obra tan inquietante como la enciclopedia inconclusa de Novalis. Alcanza la revelación de la Nada.
«... la Nada, a la cual he llegado sin conocer el Budismo...
... no somos más que vanas formas de la materia, —pero bien sublimes para haber inventado a Dios y nuestra alma...»
« ...Tal es el plan de mi volumen Lírico, y tal será quizá su título, La Gloria de la Mentira, o La Gloriosa Mentira. ¡Yo cantaré como desesperado!»
(Stèphane Mallarmé, carta a Henri Cazalis, 28 de abril de 1866)
Ars poética: «Nombrar un objeto es suprimir las tres cuartas partes del placer del poema, que consiste en la felicidad de volverse tal poco a poco: sugerir, he ahí el sueño.»
«Desde hace cien años, toda escritura es un ejercicio de domesticación o de repulsión frente a esa Forma—Objeto que el escritor encuentra fatalmente en su camino, que necesita mirar, afronta, asumir y que nunca puede destruir sin destruirse a sí mismo.» (Roland Barthes, El grado cero de la escritura)
«...me mantengo como una araña sagrada, sobre los principales hilos ya surgidos de mi espíritu, y con ayuda de los cuales tejeré en los puntos de encuentro maravillosos encajes, que adivino, y que existen ya en el seno de la Belleza.» (Stèphane Mallarmé, carta a Théodore Aubanel)
28 de julio de 1866
«... preveo que me serán necesarios veinte años para los cinco libros de los cuales se compondrá la Obra, y que esperaré, no leyendo sino a mis amigos como tú, fragmentos —y burlándome de la gloria...» (Stèphane Mallarmé, carta)
«En una carta a Henri Cazalis de abril de 1866, Mallarmé confiesa hallarse en busca de le Grand Œuvre, «como decían los alquimistas, nuestros antepasados». (Edgardo Dobry, Poesía y alquimia)
«...¿Qué es una inmortalidad relativa, y qué sucede a menudo en el espíritu de imbéciles, al lado de la alegría de contemplar la Eternidad, y de gozar de ella, viviendo, en sí?»
«Mallarmé, finalmente, coronó esta construcción de la Literatura Objeto por medio del acto último de todas las objetivaciones, la destrucción: sabemos que el esfuerzo de Mallarmé se centró sobre la aniquilación del lenguaje, cuyo cadáver, en alguna medida, es la Literatura.» (Roland Barthes, El grado cero de la escritura)
«...yo no he creado mi Obra sino por eliminación, y cada verdad adquirida no nacía sino de la pérdida de una impresión que, habiendo chispeado, se había consumido y me permitía, gracias a sus tinieblas liberadas, avanzar más profundamente en la sensación de las Tinieblas Absolutas. La Destrucción fue mi Beatrice.» (Stèphane Mallarmé, carta a Eugène Lefébure, 27 de mayo de 1867)
«Profundizando el verso» el poeta entra en ese tiempo de desamparo que es la ausencia de los dioses. Palabra asombrosa. Quien profundiza el verso escapa del ser como certeza, encuentra la ausencia de los dioses, vive en la intimidad de esa ausencia, se hace responsable asumiendo el riesgo, aceptando el favor. Quien profundiza el verso debe renunciar a todo ídolo, debe romper con todo, no tener la verdad como horizonte ni el futuro por morada, porque de ningún modo tiene derecho a la esperanza:al contrario, debe desesperar. Quien profundiza el verso muere, encuentra su muerte como abismo.» (Maurice Blanchot, El espacio literario)
«Todo nacimiento es una destrucción, y toda vida de un momento, la agonía en la cual se resucita eso que se ha perdido, para verlo. —Se lo ignoraba antes.»
íntima de la Poesía con el Universo, y, para que ella fuera pura, concebí el designio de sacarla del Sueño y del Azar y de yuxtaponerla a la concepción del Universo...»
«... he llegado a la Idea del Universo por la sola sensación (y que, por ejemplo, para guardar una noción imborrable de la Nada pura, he debido imponer a mi cerebro la sensación del vacío absoluto)...»
«El espejo que me ha reflejado el Ser ha sido lo más a menudo el Horror y usted adivina si expío cruelmente ese diamante de Noches innominadas.»
«Partiendo de una nada donde el pensamiento parecía erguirse felizmente sobre las palabras, la escritura atravesó así todos los estados de una progresiva solidificación: primero objeto de una mirada, luego de un hacer y finalmente de una destrucción, alcanza hoy su último avatar, la ausencia: en las escrituras neutras, llamadas aquí «el grado cero de la escritura» (Roland Barthes, El grado cero de la escritura)
“Me queda la delimitación perfecta y el sueño interior de dos libros, a la vez nuevos y eternos, uno todo absoluta «Belleza» el otro personal, las «Alegorías suntuosas de la Nada»,
Ars poética: «Pintar no la cosa, sino el efecto que produce. El verso no debe componerse de palabras sino de intenciones.»
«Frente a la imparable circulación de material escrito, frente a la erosión diaria de la palabra a manos del periodista, Mallarmé se arrogó una posición de mistagogo de un saber que debía ser preservado, que no podía quedar al alcance de todo el mundo. El lector—votante era para la novela; la poesía era para el distinguido, que otros llamarán la “aristocracia del espíritu» (Edgardo Dobry, «Poesía y Alquimia»)
«La Poesía es la expresión, por el lenguaje humano llevado a su ritmo esencial, del sentido misterioso de los aspectos de la existencia: ella dota así de autenticidad a nuestra permanencia y constituye la única tarea espiritual.»
«...alimentar el horno de la Gran Obra. ¿Por qué? es difícil de decir: un libro, simplemente, en muchos tomos, un libro que sea un libro, arquitectónico y premeditado, y no una colección de inspiraciones al azar, así sean maravillosas... Iré más lejos, diré: el Libro persuadido de que en el fondo no hay más que uno, intentado sin saberlo por quienquiera haya escrito, incluso los Genios. La explicación órfica de la Tierra, que es el único deber del poeta y el juego literario por excelencia: porque el ritmo mismo del libro entonces impersonal y viviente, hasta en su paginación, se yuxtapone con las ecuaciones de ese sueño, u Oda.»
«...como si la Literatura que tiende desde hace un siglo a transmutar su superficie en una forma sin herencia, solo encontrara la pureza en la ausencia de todo signo, proponiendo, en fin, el cumplimiento de ese sueño órfico: un escritor sin Literatura.»
(Roland Barthes, El grado cero de la escritura)
«He aquí la confesión de mi vicio, puesto al desnudo, querido amigo, que mil veces he rechazado, el espíritu afligido o cansado, pero eso me posee y lo lograré tal vez; no hacer esa obra en su conjunto (¡se necesitaría ser no sé quien para eso!) sino mostrar un fragmento ejecutado, hacer centellear por un lapso la autenticidad gloriosa, señalando así al resto todo entero para el cual no basta una vida. Probar por las porciones hechas que ese libro existe, y que he conocido lo que no podré realizar.»
Descripción del imposible soneto en yx: «una habitación sin nadie dentro.»
Un verso del soneto imposible: «El maestro ha ido por lágrimas a la Estigia». Otro verso: «Ella difunta desnuda en el espejo».
Como bien explicara Octavio Paz: El soneto es imposible de traducir.
«Soy incompetente en cualquier materia que no sea el infinito.»
«La palabra bruta «se refiere a la realidad de las cosas». «Narrar, enseñar, incluso describir», nos da las cosas en su presencia, incluso las «representa».La palabra esencial las aleja, las hace desaparecer, es siempre alusiva, sugiere. Evoca.» (Maurice Blanchot)
«Que haya algo de humo entre el mundo y yo.»
«Verdaderamente, tengo mucho miedo de comenzar (aunque, por cierto, la Eternidad haya centelleado en mí y devorado la noción superviviente del Tiempo) por donde nuestro pobre y sagrado Baudelaire ha concluido»
«Todo en el mundo existe para convergir en un libro»
«Mallarmé, una especie de Hamlet de la escritura, expresa cabalmente ese momento frágil de la historia en que el lenguaje literario se conserva únicamente para cantar mejor su necesidad de morir.» (Roland Barthes, «El grado cero de la escritura»)
«...felizmente, estoy perfectamente muerto, y la región más impura donde mi Espíritu puede aventurarse es la Eternidad, mi Espíritu, ese solitario habitual de su propia Pureza, que no oscurece ya ni el reflejo del Tiempo.»
«Todo pensamiento emite una tirada de dados.»

29.6.07
PUNTUACIONES SOBRE JACK EL DESTRIPADOR
2.Asesinar o redimir prostitutas son las dos caras de una misma moneda. El asesino bien podría haber recorrido los prostíbulos con una Biblia en la mano y la piel pálida y malsana de los castos, pronunciando el verbo santo, extendiendo sus manos vírgenes hacia el amor. Imaginemos el brillo de los fanáticos en sus ojos. Eso sí que da miedo. Es aterrador.
3.La piedad no tiene demasiados secretos. Es la contracara del odio, ese odio inmenso que termina por avergonzarnos. Uno se arrepiente. Perdona. Surge el amor de donde no hay. La culpa esconde el fracaso del asesinato en un mundo donde todo bajo el sol engendra su sombra y los límites indefectiblemente se tocan.
4.Pensemos por un momento ¿por qué las gargantas de las víctimas? Lógico: es la perfecta localización de la angustia (y también, claro está la abolición de la palabra). Por qué el vientre y los genitales? Bueno es obvio, no?
5.¿Por qué las prostitutas? Las prostitutas eran para los victorianos como las brujas para los medievales. Seres que cargaban con los pecados de los demás, donde la gran paradoja es te mato o te quemo o te azoto por mis malos pensamientos. La puta corporizaba (nunca mejor empleado el término) la cara oscura que una sociedad entera se negaba a ver. La extraña piedad del vengador cristiano dice: mediante MI cuchillo te libro de TU sufrimiento.
6.Digamos que un yo no circunscripto puede preguntarse: ¿dónde termino? Insistamos con esta última pregunta ¿dónde acabo? Esa es la cuestión: qué hace con su semen.
7. Ya estamos sabiendo de gente que hace arte con el propio cuerpo. Pero arte con el cuerpo de los demás... Es el próximo paso.
8. Pero no tratemos de meternos en la cabeza de los asesinos seriales (ya bastante peligrosos somos sin eso). Contemplemos este razonamiento: el asesino necesitó crear su mito. Necesitó crear su amenaza. Sembrar un terror proporcional a su miedo. La culpa. Algo que desde afuera lo persiguiera por siempre. Seria la policía. El repudio de la sociedad. La pena de muerte. La culpa, la impotencia, el miedo, el dolor. No lo atraparían.
9. Los crímenes eran cometidos a la luz de la luna (aLUNAdos, LUNAticos), bajo la luz en la que operan su doble vida poetas, vampiros prostitutas y asesinos.
10. La policía ordenó fotografiar los ojos de las víctimas para ver si guardaban la última imagen que registraron en vida, es decir, el rostro del asesino. Pero las pupilas de la ultima imagen no tenían esa información.
11.Evidententemente se ataca lo que se teme. Nada ha sido tan temido por la organización patriarcal como la sexualidad de la mujer.
12. Jack volvió sospechoso al extraños. Seguramente sería un excelente vecino. Sacaría a pasear a su perro y saludaría a todos con amabilidad. Personalmente yo siempre desconfié del jefe del consorcio.
13.En las malas películas de terror los fantasmas se alimentan con la sustancia de nuestros miedos.
14. La gente hace cosas extrañas en su intimidad.
15. Se dice que se encontró su diario. Es un buen chiste. No solo podría haber sido obra de cualquier escritor mediocre sino, lo que es peor, cualquiera podría haberlo escrito.
16.El hombre guarda la memoria del cazador y probado está que la civilización engendra monstruos.
17. El miedo abstracto es ALGO que necesita un lugar donde posarse. Queda la tranquilidad de una sombra, una forma de capa y sombrero huyendo por los pazadizos y callejuelas de las ciudades con la forma de nuestros miedos.
VOY A DORMIR (ALFONSINA STORNI)

«—Gloria al amor sombrío;
Voy a dormir, a morir, tal vez soñar. Un nombre inscripto en la arena se articula en la espuma de nuestros días, desde que hace años en un país lejano dos ojos se encendieron para atravesar las aguas turbulentas del río de las dos veces hacia esta orilla, entre tempestades y temporales, Alfonsina y toda ella un sólo objetivo: retornar al mar.
I) INSOMNIA. (ESPECTRA).
¿Quién es ésta que regresa junto a las olas en cada noche de tormenta para susurrar su nombre en el viento? Es Alfonsina, nacida el 29 de mayo de 1892 en Sala Capriasca, Canton Ticino de la Suiza Italiana, quién pasó su infancia en San Juan donde a la edad de seis años se robó un libro de lectura, una niña fantasiosa que de adolescente comienza a escribir versos de profunda melancolía, a coleccionar palabras donde buscar(se), a buscar rimas, escondiendo los papeluchos borroneados de sus primeros versos en delantales y enaguas, quien (como ocurre en todos los cuentos), una vez se queda dormida leyendo y el fuego de la vela que alumbra su noche quema páginas y ropas, es la hija de Alfonso, un comerciante ebrio y errático que se duerme sobre las copas de un bar deshabitado y de Paulina, una mujer aficionada al teatro («solamente investigo si cuando me gestaste fue la luna testigo por los oscuros patios en flor, paseándose»). Alfonsina, esa que a los tres años de edad sostiene entre sus manos un libro que no sabe leer para intentar parecer más grande y llora cuando le hacen notar que está al revés...¿Quién es ésta y qué es toda esta historia con sabor a cuento? ¿Quién es ésta —preguntábamos— que sopla junto al viento del mar y canta —está cantando—?Y ¿quién es esta adolescente que cuida como una segunda madre a su hermano menor y más tarde, cuando su padre muere y la familia se muda a Rosario, parte de gira con una compañía de teatro para recorre el país, ya bohemia desde entonces («... Porque mi alma es toda fantástica, viajera»), ésta que de alguna manera bien intuye que en la adolescencia se está más cerca de la muerte que en la vejez y, buscadora incansable, una vez recibida de maestra emprende camino hacia la gran ciudad, ya llena su alma de tormentas y rebeldías y el hijo en el vientre prometiendo amaneceres y crepúsculos y milagros?
UNA CANCION PARA ALEJANDRO
¿Cómo se las arreglará esta maestra soltera que escribe versos y está embarazada y llega absolutamente sola al Buenos Aires de 1911, esa ciudad plena de inmigrantes y tangos, conventillos y edificios imponentes y monumentos y avenidas? (Por aquellos años la corona inglesa regala al país en celebración por el centenario de su independencia una torre que estará ubicada cerca de lo que luego será Plaza San Martín y se inauguran las diagonales Norte y Sur).Un fenómeno celeste, el paso del cometa Halley, ocasiona terror y es causa de suicidios. El 27 de abril de 1912 nace su hijo: Alejandro Storni. ¿Cómo se las arreglará, decíamos, ésta mujer que de pequeña limpia copas, cose, trabaja en una fábrica de gorras, recorre (de adolescente) el país junto a una compañía de teatro, es maestra rural, oficinista y les peleará de igual a igual el podio a la sociedad machista y prejuiciosa de los escritores de la época y, claro está, mantendrá sola a su hijo? Mientras trabaja en una oficina («me acuna una canción de teclas») escribe su primer libro: La inquietud del rosal, publicado en 1916. El impacto será casi inmediato ya que el erotismo y la confrontación de algunos versos rompen con el molde tranquilizador del poema de amor pasivo.«...Yo soy como la loba / Quebré con el rebaño / Y me fui a la montaña / Fatigada del llano...» «...Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley...» «...El hijo y después yo y después... ¡lo que sea!Aquello que más pronto me llame a la pelea...» Después Alfonsina renegará de ese primer libro. Dirá que lo escribió para no morir. Años mas tarde, Alejandro Storni contará que una canción de cuna lo arrulló de niño: el ruido de la pluma de su madre deslizándose sobre el papel.
POLVO DE ORO EN TUS MANOS
1) HORACIO (CUENTOS DE LA SELVA)
En 1922 conoce al escritor uruguayo Horacio Quiroga, ese genial cuentista aventurero y mujeriego, dueño de una historia trágica hasta el límite de lo entendible, ese «rasputín» de la selva misionera, salvaje y talentoso, de larga barba y ojos azules, capaz de escapar por los techos de Buenos Aires de sus subrepticias visitas a sus muy jóvenes amantes. El padre de Quiroga se había matado y luego también se suicido su padrastro; más tarde Quiroga asesinó en su país (se dice que accidentalmente) a un amigo con el que iba a batirse a duelo, luego se suicidó su mujer y en los años siguientes morirían de la misma manera sus tres hijos. Obviamente su personalidad tenía que atraer a Alfonsina, quién se integró a su grupo literario, Anaconda, y pronto fueron amantes («Ah, me resisto, mas me tienes toda, / Tú, que nunca serás del todo mío»). La amistad culminará, lógicamente, con otro suicidio: el de Quiroga y unos pocos versos para prolongar la vida: « —¿Con Horacio?- Ya sé que en la vejiga / tienes ahora un nido de palomas / y tu motocicleta de cristales / vuela sin hacer ruido por el cielo». Podemos decir que se hace arte como se ama: desde la muerte contra la muerte o para la muerte. Para afirmarse en la belleza de cada pequeña creación mientras nos dure el amor.
2) MANUCHO
Un poema de Alfonsina había causado revuelo en esta sociedad canalla donde —digámoslo de una vez— siempre nos ganaron los militares. Era algo revolucionario para la época, decía «...Tú me quieres nívea,/ Tú me quieres blanca,/ Tú me quieres alba...» Se rumoreaba que a la poetisa le gustaban los hombres muy jóvenes. El escritor Manuel Mujica Lainez deja narrada esta imperdible anécdota en su diario:
«A Alfonsina Storni la conocí cuando yo tenía 17 años. Solía visitarla en su alto y pequeño departamento de Córdoba y Esmeralda. Era muchísimo mayor que yo, desgreñada y vehemente. Me escabullí de su casa espantado el día que quiso besarme». Luego Alfonsina le dijo: «yo considero amigo a un hombre solo después de haberlo besado».
NO PERDONES, CORAZON
«...me ha contado el espejo / que nieva en mis cabellos mientras caen las hojas...»
¿Quién es esta mujer pequeña de ojos verdeazulados y cabellos tempranamente encanecidos? ¿Qué es un poema y qué es una mujer? ¿Un territorio indelimitado de magias y palideces, un universo de breteles donde el vientre troca en magias en el acto de alumbrar, es decir dar vida, operación que solo admite una pequeña similitud en la obra artística, allí donde una mujer se busca en el lenguaje y se viste y se acuna de palabras, es un territorio de encajes y fluidos, zona de contención donde dormir o morir? Digamos, por ejemplo: una mujer de antaño recrea el espacio de sus siestas hacia donde alguien no vendrá. Y es toda temblor, canción de cuna, espacio de sangres y milagros y espejos y bordados y cepillos y cabelleras y tules, y violencias y más espejos; es en sí toda pregunta para su sed, es la transmutación de sus fluidos, la elaboración de una pérdida hacia donde las olas devolverán su cuerpo para siempre. Es decir el exacto, el perfecto centro de una nada donde las palabras no alcanzan, nunca alcanzaron, nunca alcanzarán. Y ¿qué es un poema? ¿una instantánea a la eternidad resistiendo en la llovizna, el intento heroico e inútil de capturar un instante que inevitablemente habrá de perderse, es decir, el lugar en el que las palabras no alcanzan, nunca alcanzaron, nunca alcanzarán, el exacto, el perfecto centro de una nada?
DATE A VOLAR
En la cima de su popularidad habiendo ya recibido el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de literatura, gozando del reconocimiento de sus pares y el público, algo comienza a fallar. De alguna manera, esa tensión interior que solía crispar sus nervios eclosiona y la lleva a zozobrar. El miedo (esa invocación, que inevitablemente responde) le gana la batalla en todo el cuerpo y el miedo o la fragilidad nerviosa no son más que el negativo o reverso de la voluntad de lucha que fue toda su vida. Comienza a sentirse perseguida: dice que es insultada por la policía, teme estar enferma, se siente vigilada por las mozas de los bares y los guardias de los tranvías
(...Todo ojo que mira me multiplica y dispersa perseguida por la ciudad).
«Noches pasadas yo tampoco podía dormir. Imaginaba el mar y su helada carne verde, esponja insaciable, dispuesta a absorberme para siempre» escribe para La Nación. Luego de la publicación de Mundo de Siete Pozos (1934) Alfonsina siente fuertes dolores. Teme ir al médico hasta que es acompañada por un íntimo amigo, un pintor del riachuelo llamado Benito Quinquela Martín. Le descubren un tumor en el pecho y en el postoperatorio Alfonsina duerme con un revólver en la mesa de la luz. Hacia 1935 una noticia conmueve al país: muere en un accidente un joven cantante de tango, Carlos Gardel. Pronto se inaugurará un monumento de dudoso gusto, que causa polémica entre los porteños de entonces; nos referimos al Obelisco, claro está. Lola Mora muere. Es lógico.
YO EN EL FONDO DEL MAR
En 1937 se mató su gran amigo Horacio Quiroga. En 1938 otro gran escritor Leopoldo Lugones. Mucho se habló de un pacto suicida entre la poetisa y éste último, un pacto que Lugones no pudo aguardar a cumplir. En su último viaje a Mar del Plata, Alfonsina escribe líneas de despedida A la distancia, con la comodidad que otorga ver una vida en perspectiva, todo parece la poética de una premonición: «...el mar cambia a cada momento de pellejo y posturas, la ola traga a su víctima y huye a digerirla en sus húmedos subterráneos sin que nadie la vea...». «Quisiera esta tarde divina de octubre / Pasear por la orilla lejana del mar» Alfonsina ya envió al diario La Nación, su último poema Voy a dormir. Digamos, valga como dato anecdótico, que Alfonsina no creía en Dios. Pero creía en la poesía, que es lo mismo, ya que hablamos de un absoluto que nos trasciende. Y el 25 de octubre de 1938, luego de una noche de horror, todos se acercan a la costa para ver el prodigio. Escritores presos de una metáfora y forjadores de todos los mitos, escépticos y malaventurados, una mujer pequeña de ojos verdeazulados está caminando sobre el agua, hacia su leyenda, hoy que la leemos para negarla, para olvidarla, para rememorar su sacrificio en el altar de las poetas calcinadas, para cargar por siempre con el peso de no haber podido salvar a quien ya es parte de nuestro ser, de nuestro mito e identidad, nosotros. Hombres de poca fe.
© Javier Galarza
7.6.07
JOHN CAGE (músico vanguardista estadounidense 1912-1992)

Anonimato o desyoización de la obra (no autoexpresión por ejemplo).
Una obra debe incluir su entorno, siempre es experimental (desconocida por anticipado).
Ni principio ni intermedio ni fin (no un objeto sino un proceso).
Imposibilidad de una obra sin errores.
Principio subyacente en todas las soluciones:
la pregunta que formulamos.
La meta es carecer de meta.
Desmilitarización del lenguaje. Fuera gobierno.
Objetivo interno: ir en todas direcciones.
Cualquier cosa puede seguir como continuación de cualquier otra (si se parte de no tomar ninguna como base).
La poesía es no tener algo que decir y decirlo; nada poseemos.
El arte es una acción criminal.
Anarquía en un sitio que funcione.
Amar: dejar espacio en torno al ser amado.

HERACLITO DE ÉFESO (544 adC - 484 adC)

Transformándose (el fuego ) descansa.
El camino que sube y el camino que baja es uno y el mismo.Ellos no entienden como los contrarios se funden en una unidad; armonía de tensiones opuestas entre el arco y la lira.
El rey al cual pertenece el Oráculo que está en Delfos no habla ni oculta nada: indica por signos.
El rayo gobierna todas las cosas.
Los hombres en su sueño trabajan y ayudan al devenir del mundo.
Los hombres cuando estàn despiertos tienen un muno ùnico y compartido. En el sueño cada uno vuelve a su propio mundo.
La armonìa oculta es mejor que la manifiesta.
Entramos y no entramos en los mismos rìos. Somos y no somos.
El tiempo es un niño que juega con los dados; el reino es del niño.
La naturaleza aprecia el ocultarse.
(NOTA EN CONSTRUCCIÓN)

ANTONIO PORCHIA (1886-1968)

Nació en Italia, pero residió en la Argentina desde la adolescencia hasta la muerte. Elogiado por André Bretón, la poeta Alejandra Pizarnik le escribió: «asiento a cada una de sus VOCES con toda mi sangre, lo que es extraño: su libro es el más solitario, el más profundamente solo que se ha escrito en el mundo y no obstante, releyéndolo a medianoche me sentí acompañada o mejor dicho amparada». Porchia, solitario y sobrio, llenó con su único librito (VOCES) las palabras de profundidad y poesía. Lejos de los círculos literarios. Cerca de la vida.
Mi yo ha ido alejándose de mí. Hoy es mi más lejano tú.
Cerca de mí no hay más que lejanías.
Cuando me hiciste otro, te deje conmigo.
Cuando busco mi existencia no la busco en mí.
No estoy de más en ninguna parte porque no me cuento en ninguna parte.
Te ayudaré a venir si vienes y a no venir si no vienes.
Y si todavía encuentras algo, no haz perdido todo. Te falta perder algo todavía.
El sol es lo exterior de todas las noches y de todos los fríos.
A veces, de noche, enciendo una luz, para no ver.
Cuantos cansados de mentir se suicidan en cualquier verdad.
Cuando me hiciste otro te dejé conmigo
El árbol está solo, la nube está sola. Todo está solo cuando yo estoy solo.
Toda cosa existe por el vacío que la rodea.
Cuando se apagaron sus ojos, yo también vi una sombra.
Cuanto he perdido lo hallo a cada paso y me recuerda que lo he perdido.
Herir al corazón es crearlo.
El temor de separación es todo lo que nos une.
Nadie puede no ir más allá. Y más allá hay un abismo.
El sol es lo exterior de todas las noches y de todos los fríos.
No estoy de más en ninguna parte, porque no me cuento en ninguna parte.
Triste eres menos triste. Quédate triste.
Tu crees que me matas. Yo creo que te suicidas.

FRIEDRICH NIETZSCHE (1844–1900)

...se quejan de mi excentricidad. pero precisamente no saben dónde está mi centro...
El mejor autor será aquel que se avergüence de convertirse en escritor
.
De todo lo escrito yo amo solo aquello que alguien escribe con su sangre.
No con la cólera sino con la risa se mata.
Yo no creería más que en un dios que supiese bailar.
Las palabras más silenciosas son las que traen la tempestad. Pensamientos que caminan con pies de paloma dirigen el mundo..
Tomarse el derecho de nuevos valores.
Peligro del lenguaje para la libertad de espíritu.—Cada palabra es un prejuicio.
La espiritualización de la sensualidad se llama amor.
Lo que no me mata me hace más fuerte.
No son pocos quienes no encuentran su corazón hasta que no han perdido su cabeza.
La exigencia de ser amado es la máxima arrogancia.
Perecemos con más facilidad a causa de nuestros puntos fuertes que a causa de nuestras debilidades.
Quién puede dibujar un árbol sin convertirse en árbol¡
La voluntad de sistema es una falta de honestidad.
La enfermedad es un potente estimulante.
Las palabras más tranquilas son las que levantan la tempestad; los pensamientos que caminan con pies de paloma dirigen el mundo.
La sabiduría también traza limites al conocimiento.
nota en construcción

18.4.07
SYLVIA PLATH: VESTIDA PARA LA CEREMONIA

especie de milagro andante mi piel
destella como una pantalla
de lámpara nazi
La escena podría comenzar de esta manera: una niñita rubia adoradora del sol, que cree en la existencia de las sirenas, cuida una estrella de mar sin brazos. Pero toda biografía es falsa y parcial puesto que la vida misma tiene una inmensa carga de irrealidad. Vuelven algunas preguntas: ¿Hay olvido? ¿Hay perdón? ¿Apenas la belleza nos redime del horror?
Sylvia Plath nació en Boston, Massachussets, el 27 de octubre de 1932 bajo el signo de Escorpio, fuerza rectora de Eros y Tanatos (sexualidad y muerte). Dos animales simbolizan el poder dual del signo: el escorpión (representación del mundo psíquico subterráneo, de la capacidad de herir o herirse) y el águila (símbolo místico de la trascendencia: la resurrección). Crece cerca del mar junto a Warren, su hermano menor. Su madre, Aurelia Schober, era de origen austríaco, y su padre, Otto Plath, un entomólogo polaco. En 1940, cuando Sylvia tiene 8 años (edad en la que publica su primer poema en el Boston Sunday Herald, sobre grillos y luciérnagas), su padre muere de embolia pulmonar. Al día siguiente de su fallecimiento, su madre reúne a los dos hijos para darles la noticia.
«Nunca volveré a hablar con Dios»— dice la pequeña Sylvia. No superará esta pérdida. La imponente figura del ausente regresará siempre en sus poemas. («Nunca podré reunirte íntegramente/ juntar las piezas, pegarlas, unirlas bien»— escribe en «El Coloso»). Años más tarde y en su hora más desesperada, dedica un poema a la figura de su padre en el que no sólo funde su imagen con la del esposo del que se acaba de separar, sino también la representación de las botas, el atropello, el patriarcado: la manifestación de todo autoritarismo. El poema se llama simplemente «Papi»:
«... No Dios sino una svástica
tan negra que tapaba el cielo
toda mujer adora a un fascista
la bota sobre la cara, el bruto
bruto corazón de alguien como tú...»
"... Papi, papi, bastardo. Estoy acabada."
Pero hablábamos de 1941 y la niñita de trenzas, la señorita dientes de conejo, se dispone a ser perfecta.
«... No es un buen abrigo un atado de sombras. Vivo
en la imagen de cera de mí misma, un cuerpo
de muñeca...»
Como estudiante es brillante (con tal grado de obsesión y autoexigencia que un nueve podía representarle un frustración). Ya en la universidad gana una cantidad asombrosa de premios y menciones (esto será una constante en su vida y, años después de su muerte, también obtendrá el premio Pulitzer, cuando se editen sus poemas completos). Escribe artículos, relatos y poemas. Vive una gran cantidad de romances y sus diarios describen un conflicto clásico de los años '50. Siente que su vocación literaria y su fuerte personalidad entran en contradicción con el deseo de casarse y tener hijos.
En 1953, a los veinte años, es becada por la prestigiosa revista Mademoiselle y se traslada a trabajar una breve temporada a New York. Pero de vuelta a casa atraviesa una grave crisis, insomne y agotada. «¡Tu prisión no es tu cuarto! ¡Tu prisión eres tú!» escribe en su diario. Una mañana de julio su madre le descubre cortes en las piernas. Sylvia toma sus manos y grita: «—¡Oh, madre, el mundo es demasiado corrupto, deseo morir! ¡Hagámoslo juntas!». Bajo una deficiente supervisión psiquiátrica es sometida a electroshocks. Una tarde de ese verano «plácido» (así lo describe, no sin su habitual ironía, en una carta a un amigo), vuelve de una de sus sesiones de shock. Entonces deja una nota a su madre: «Salgo a dar un largo paseo». Se encierra en el sótano y toma tal cantidad de somníferos que permanece más de dos días encerrada allí. Se dice que el exceso de pastillas la salvó al obligarla a vomitar. Todos los vecinos de la zona se movilizaron para buscarla. La encontraron herida, más muerta que viva. Hundida en la depresión más absoluta pasa dos días internada sin poder reaccionar. Vuelven los electroshocks. Escribe en una carta: «Lo que necesito es alguien que me ame, que esté conmigo cuando me despierto de noche gritando de horror y miedo a los corredores que llevan a la sala de shock, alguien que me consuele y me dé la seguridad que ningún psiquiatra logra darme».
Ya recuperada, la estudiante brillante, alta, bella e inteligente, tiene algo más que agregar a su aura intrigante y misteriosa: un intento de suicidio. Les cuenta a sus compañeras de su miedo a «el dios azul de los voltios», las descargas que borran días, años, personas. Les dice «—Estar loca es horrible. Una solo está preocupada por estar loca». Y les da una siniestra profecía: «—Si vuelvo a estar loca me mato».
«En mí vive un grito
Por la noche aletea
buscando con sus garras, un objeto de amor
me aterroriza el algo oscuro
que duerme en mi interior»
UN PAIS TAN LEJANO COMO LA SALUD
En 1955, sin discontinuar su tradición de premios, le conceden una beca para ampliar sus estudios en Cambridge (Inglaterra). Se embarca hacia ese país de clima demasiado frío pero de incomparable tradición literaria. Un año después conoce a Ted Hughes.
Deslumbrada por ese intelectual prestigioso y atlético que parecía haber pasado por todas las aventuras posibles, se casa. Vive un romance de lecturas compartidas, aventura intelectual y pasión.
Pronto Sylvia está más ocupada en cambiar botones que de su carrera literaria (no poseer tiempo para escribir la fastidia profundamente). Aunque parezca mentira, hay parejas del mundo literario que cenan con ellos y no se enteran de que Sylvia «también» es escritora. Durante algún tiempo, quizás por obra de alguna de esas extrañas operaciones alquímicas que el amor suele ejercer, Sylvia consideró la obra poética de su marido mucho más importante que la suya y lo ayudó convirtiéndose en su «agente literario», al tiempo que llevaba la casa, estudiaba y escribía. El primero de abril de 1960 nace su hija Frieda. Este acontecimiento lógicamente movilizante, se suma a la publicación de su primer libro: «El Coloso y otros poemas». En 1961 se suceden la pérdida de un embarazo y una operación de apendicitis, situación descrita en el sobrecogedor poema «Tulipanes». Son años cruciales donde redacta su estupenda novela «La campana de cristal».
Quizás el nacimiento de su hija, junto al embarazo perdido, nombró como nada la gloria y el abismo de su feminidad. Sus poemas empiezan alejarse de la cárcel técnica y la formalidad («la perfección es horrible: no puede tener hijos»). Su voz se mueve entonces hacia un lugar donde articular su intimidad, una exposición que la acerca a la desnudez.
El 17 de enero de 1962 nace Nick, su hijo varón. La rutina transcurre entre poemas y pañales hasta que un hecho altera la calma: Ted tiene una amante; Assia Wevill, poeta amiga del matrimonio. Una tarde, Sylvia Plath, intercepta una llamada furtiva de «la rival». Al otro día, con su hijo Nick en brazos y la pequeña Frieda contemplando, hace una gigantesca hoguera con la nueva novela que estaba escribiendo (dedicada a su esposo), las cartas de amor y diferentes manuscritos. Es el momento, entre el fuego purificador y el humo que se eleva, en que una persona rompe con su pasado. Cuando la incertidumbre se abre ante el camino y todo es maravilloso y aterrador. Quizás la estudiante perfecta no había aprendido la lección más importante: no había aprendido a perder. Todo había fallado. Sólo le quedaban fuerzas para la gloria.
TODA MUJER AMA A UN FASCISTA
Es fácil culpar a Hughes. Demasiado fácil. El hombre que destruyó los últimos diarios de Sylvia Plath con un argumento estremecedor: «El olvido es una condición imprescindible para la supervivencia». El hombre cuya amante, Assia Wevill, se suicidó de la misma manera que Sylvia: metiendo la cabeza en el horno. Como si el horror no bastara con llegar tan sólo una vez en la vida, sino que retornara por siempre para multiplicar la tragedia, para recordarnos que aún no hemos transitado a fondo el camino del error.
Es fácil culpar a Hughes. Demasiado fácil. El hombre que poco antes de morir, en 1998, dedicó un libro de poemas a la memoria de Sylvia (Birthday letters), hablándole como si ella nunca se hubiera ido. El libro, donde, rompiendo su silencio de años, le dice: «Volví a ver el mundo a través de tus ojos/ como volvería a verlo por los ojos de tus hijos./ A través de tus ojos era extraño...»
(«... SOY YO. NO ES SUFICIENTE»). ATROCIDAD DE LOS CREPÚSCULOS.
Separada de su marido se muda con sus hijos a Londres. Es el invierno más frío en años. La casa que habitan se encuentra en condiciones precarias. Está más pálida y pierde varios kilos.
Escribe en la madrugada con los dedos entumecidos. Como todo lo que brilla enfermo y muere dulcemente, comienza a alumbrar sus mejores poemas.
Hace suya aquella máxima de Nietzche «escribir con sangre» o, yendo a un ejemplo más cercano, el credo pizarnikiano de «hacer el cuerpo del poema con el cuerpo». Es el momento de la redacción de «Ariel», su libro póstumo, donde al fin se alzará su voz, con ironía, con odio, con humor; donde grita de una vez por todas su mundo femenino herido para siempre. Está dada a su abismo, al intento desesperado de mantener en pie una felicidad que se le escurre, que no está, que nunca estuvo, la tensa calma que precede a las tormentas, el viento furioso del invierno a la entrada del espanto, donde su sueño de frágiles bordes toca a su fin y la soñada perfección o completud del cuerpo se alcanza en la instancia de la aniquilación.
Entonces, solo entonces, caen las máscaras, todos y cada uno de los personajes o sujetos poéticos que le permitieron seguir viviendo: la nenita de Auschwitz, la imprecadora, la mística, la Marylin del intelecto, el maniquí de Munich, la señora Lázaro que ya se había encargado de decir «morir es un arte/ como cualquier otro/ yo lo hago excepcionalmente bien».
Es un invierno demasiado frío. Todo le resulta difícil, hasta el más mínimo quehacer cotidiano. Vestir a los niños para salir, cuidarlos, todo es una complicación. Su adorado sol cada vez se ve más lejos. Ha disuelto sus «enaguas de puta» y cantado a la «tristeza de lo que nace». Entonces ve a Dios. («Y una vez que uno ha visto a Dios ¿qué remedio hay?» se pregunta en uno de sus últimos poemas). Ya está situada fuera de este mundo y escribe desde ese lugar de no retorno. Es dueña de una revelación siniestra y helada. Se acerca el momento de la consumación. Está vestida para la ceremonia. Lo dice en su último poema:
«La mujer alcanzó la perfección.
Su cuerpo
muerto muestra la sonrisa de la realización;
la apariencia de una fatalidad griega
fluye por los pergaminos de su toga
sus pies
desnudos parecen decir:
hasta aquí hemos llegado, se acabó»
Luego de una noche insomne deja vasos de leche para sus hijos. Sella la puerta de la cocina. Abre la llave de gas. La encuentran pocas horas después con la cabeza sobre el horno.
Es el 11 de febrero de 1963. Pronto llegará la fama, el comienzo de la leyenda, la inútil gloria de la posteridad, las banderas, la lluvia de los días, como si la muerte, la locura o el martirio tuvieran el poder de legitimar una obra o una vida. («¿Son así los rostros del amor, tan pálidos e irrecuperables?») ¿Habrá vidas o sólo fantasmas en este absurdo juego de espejos?
En el final, vuelven algunas preguntas. ¿Hay perdón? ¿Hay olvido posible? Quiero decir: ¿puede la breve luz de un poema redimirnos del horror?

UN POEMA DE SYLVIA PLATH A SU HIJO
«Una madre atiende a su hijo a la luz de una vela: encuentra en él una belleza que si no va a bastar para guardarlo de los males del mundo, sí, por lo menos, la redime a ella de su parte en esos males». (declaración de Sylvia Plath a la BBC)
NICK Y EL CANDELERO
Soy un minero. La luz se pone azul.
Estalactitas de cera
Gotean y se espesan, lágrimas
Que exuda desde su aburrimiento mortal
El vientre de la tierra
Negros aires de murciélago
Me envuelven, chales harapientos,
Fríos homicidios.
Se me pegan como ciruelas.
Vieja y ecoica cueva
De carámbanos calcáreos.
Hasta los lagartijas de agua son blancas,
Esas beatas.
Y los peces---
¡Oh Cristo! esas láminas de hielo
Son como cuchillos,
Una religión
De pirañas, tomando
Su primera comunión en dedos vivos de mis pies.
La vela
Toma aliento y recupera su pequeña cima,
Se animan sus amarillos.
Oh, amor, ¿cómo llegaste aquí?
Oh, embrión
Que recuerdas, aún en sueños,
Tu posición cruzada.
La sangre florece limpiamente
En ti, rubí.
El dolor
Al que despiertas no tes tuyo.
Amor, amor,
Colgué rosas en nuestra cueva,
Suaves paños con rosas---
Los últimos detalles victorianos.
Que las estrellas
Sigan fijas a sus oscuros derroteros,
Deja que los átomos mercuriales
Goteen maltrechos
En el terrible pozo,
Tu eres el único ser puro
Ante el cual los espacios se inclinan, envidiosos.
Tú eres el niño en el pesebre.
(Versión: María Julia de Ruschi Crespo)

FRAGMENTOS DE DOS CARTAS DE SYLVIA PLATH A SU MADRE
1) Carta de Plath adolescente y universitaria.
30 de septiembre, 1950
Querida mama:
...mi examen físico... consistió en envolverme en una sábana e ir pasando de una habitación a otra completamente desnuda. Me he acostumbrado tanto a que me digan « quítate la sábana», que tengo que andar con cuidado para que no se me olvide ponerme la ropa. Mido 1,75 de altura, peso 61 kilos y mi postura es correcta aunque cuando me hicieron la foto, estaba tan preocupada de mantener las orejas y los talones en la misma vertical que no me acordé de enderezarme. Lo cual me valió el siguiente comentario: «Estas bien alineada pero permanente peligro de caerte de bruces».Mièrcoles 19 de enero de 1963, poco antes del suicidio y en plena redacción de sus mejores poemas:
«...¡Cuanto me gustaría poder vivir de lo que escribo!
Pero necesito tiempo. Creo que lo que me hace falta es que alguien me anime diciéndome que hasta ahora lo he hecho todo muy bien...»
UN POEMA DE TED HUGHES A SYLVIA PLATH
LA LECHUZA
Volví a ver mi mundo a través de tus ojos
como volvería a verlo por los ojos de tus hijos.
A través de tus ojos era extraño.
Los espinos comunes eran raros forasteros,
un misterio de fábulas y hechos raros.
Cualquier ser salvaje, con patas, en tus ojos
emergía como un signo de admiración,
cual si hubiera aparecido ante unos comensales
en el centro de la mesa. Los patos silvestres
eran artefactos venidos de algún mundo sobrenatural,
sus galanteos eran un film hipnagógico
desenrollado por el río. Imposible
comprender el placer de sus patas
en el agua gélida. Tú eras una cámara
registrando reflexiones para ti insondables.
Yo hice que mi mundo se desviviera por ti.
Tú lo acogiste por entero con una alegría incrédula,
como una madre recibe a su hijo
de manos de la partera. Tu frenesí me aturdía.
Despertaba mi infancia taciturna y extática
de quince años atrás. Mi obra maestra
advino aquella negra noche en el camino a Grantchester.
Sorbí el débil quejido gutural de un conejo
de mi nudillo mojado, junto a un matorral
donde había una lechuza leonada, inquisitiva.
De pronto, levantó vuelo desplegando las alas
sobre mi rostro, tomándome por un poste.
Ted Hughes
© Javier Galarza
Anne Sexton
(ver nota relacionada)