11.2.07

RIMBAUD:LA EXTENSIÓN DE MI INOCENCIA

«¿qué viste hijo mío de ojos azules?» (Bob Dylan)

Mito entre los mitos de la literatura, figura emblemática
del poeta aventurero, anárquico y rebelde, Jean-Arthur Rimbaud empuñó su pluma blasfema para que nada en el arte volviera a ser como antes. Pero con una pequeña particularidad: con la misma violencia y vértigo con que vivió, abandonó la literatura a los 20 años.
Y ya había tejido la noche definitiva sobre la poesía.

MI TRISTE CORAZÓN

Su estrella de perdición hirió el cielo del mundo el 20 de octubre de 1854 en Charleville, hijo de una madre posesiva y un padre militar prontamente ausente. A los 15 años, el prodigio asume su destino: será poeta. Luego de reiteradas fugas de su casa y vagabundeos varios, se produce el encuentro crucial de su vida: el poeta Paul Verlaine, hombre casado, mayor que él, en espera su primer hijo. Pronto serán amantes. El Rimbaud adolescente deslumbra a los círculos intelectuales, pero su soberbia, violencia y mala educación le dan una reputación detestable (por ejemplo, completamente borracho interrumpe la lectura pública de un poeta al grito de ¡mierda!). Con Verlaine tiene una apasionada y tormentosa relación sostenida por el sexo, la bebida, las drogas y, claro, la aventura intelectual y poética. Entre constantes viajes, desencuentros y peleas, Verlaine llega a dispararle con un arma de fuego. En otra oportunidad son arrestados en medio de diversos escándalos. Luego de una de sus tantas idas y venidas, Verlaine deja momentáneamente la bebida para abrazar el cristianismo. Intenta convertir a Rimbaud quien, antes de precipitar en el vértigo de la carne, le grita:
—Vamos a hacer sangrar las 98 llagas de Nuestro Señor.
Fue durante esos breves y convulsionados años de su adolescencia cuando produjo toda su obra: «Una temporada en el infierno» (su cuaderno de condenado) y las «Iluminaciones», además de algunos poemas y cartas. Casi paralelamente a su ruptura con Verlaine, abandona la literatura y comienza una fuga que durará hasta el final de sus días. Luego de todas las aventuras terminará en Africa (algunos dicen que traficando armas y esclavos) hasta que un tumor devaste una de sus piernas y su estrella de perdición se apague en 1891, en medio de los delirios de la fiebre y el retorno de todas las visiones.

EL NAVÍO DESOLADO

Durante su convulsiva adolescencia, Rimbaud produjo las obras que cambiarían el curso de la literatura. Prontamente comprendió que una poesía viva reniega de los escritorios. Posee un movimiento, una puesta en escena continua como el fluir de los días y las cosas. Es dueño de una poética de caminos, de arrebatos, de tabernas para sus botas, de instantáneas de su vértigo, de los bordes de las ciudades; la poética del deambulador hacia el silencio prometido. Comulga con la vida para exaltar la fealdad. No el mero ejercicio intelectual de cantar las virtudes de una rosa (acto que al congelar el objeto de belleza lo destruye) sino un descenso a los bordes, la voluptuosidad del mal, la podredumbre, la idea del cuerpo adolescente.

Hay que renegar de todo. Incluso de la poesía.
Si existe una virtud cercana a una operación alquímica en un escritor, es la de hacer del lenguaje un oráculo, como un retrato a la eternidad que trasciende el inevitable congelamiento de la palabra, para revivir en cada interpretación. Quizás fue esta operación de magia la que le permitió enunciar la frase que signaría el siglo que entraba: «Ha llegado el tiempo de los asesinos». Ha sido definido como un «místico salvaje» o «el primer testigo del mundo contemporáneo». Sus desaforadas visiones preanunciaban todas las catástrofes de Occidente y, de algún modo inexplicable, también su propio futuro (por ejemplo, escribió en «Una temporada en el infierno», «las mujeres cuidan a esos inválidos feroces que retornan de las tierras calientes». Casi dos décadas después, su hermana Isabelle velaría su agonía, al retornar del desierto con una pierna amputada). Todo puede ser interpretado y malinterpretado y la burla triunfal brilla en este malentendido.
Hijo bastardo de la perfección opiácea de Baudelaire y el horror matemático de Poe, sus ideas quedan bien claras en el documento capital de la poesía moderna: «Las cartas del vidente». «...lo que hago es encrapularme todo lo posible. Quiero ser poeta y me esfuerzo en volverme vidente. Se trata de alcanzar lo desconocido por medio del desarreglo de todos los sentidos».
Pleno de simbología alquímica, imágenes bíblicas y esotéricas, cultivó esta santidad a la inversa hasta el extremo. (Uno de esos extremos posibles es la muerte y la locura, sufrida por Nietzsche, Lautreamont, Artaud y varios otros. El otro extremo posible es quizás aún más aterrador: dejar de escribir).

LA VOLUNTAD DE SILENCIO:

Es uno de los misterios más grandes de la literatura: a los 20 años se llama a silencio. Transcurre el resto de su vida viajando, atravesando los desiertos en trueques oscuros. Rimbaud parece asumir en su renuncia indeclinable, el destino del «último poeta». Y con su acto el fin de la poesía, la clausura. Quizás su obra no estuvo a la altura de sus exigencias espirituales. Quizás la alquimia del verbo, la definitiva transformación de la palabra, era un emprendimiento condenado al fracaso. Quizás ya lo había dicho todo. O quizás todo lo aburría, nada parecía importarle demasiado, y la literatura no tenía por qué ser la excepción. «Sólo yo tengo la clave de esta farsa salvaje» había profetizado.
Es tarde. El mundo se interrogará por siempre acerca de su voluntad de silencio. Por qué deslumbra a los círculos intelectuales hasta la humillación y después huye. Luego de la ruptura con Verlaine y cuando comienza a alcanzarlo la gloria, escapa como un espectro al que el alma ha abandonado. No tendrá paz ni dónde descansar su eterna insatisfacción. Se embarca. Atraviesa el mundo. Se alista en el ejército. Vagabundea. Atraviesa enfermo los cálidos días del desierto y las noches heladas.

Pero el problema de vivir huyendo es que no existe un lugar lo suficientemente lejos.

«El amor es algo a reinventar, eso ya se sabe.» había escrito. Sí, pero también la poesía. Y el lenguaje. Y la patraña del mundo. Es, probablemente, el último y furioso reflejo del tiempo de las aventuras, ese en el que aún se abrían caminos y paisajes salvajes, cuando aún la literatura no era este refugio para cobardes.


© JAVIER GALARZA



FRAGMENTOS DE CARTA DEL VIDENTE (EL DOCUMENTO CAPITAL DE LA POESÍA MODERNA)

«...Por el momento, lo que hago es encanallarme todo lo posible. ¿Por qué? Quiero ser poeta y me estoy esforzando en hacerme Vidente: ni va usted a comprender nada, ni apenas si yo sabré expresárselo. Ello consiste en alcanzar lo desconocido por el desarreglo de todos los sentidos. Los padecimientos son enormes, pero hay que ser fuerte, que haber nacido poeta, y yo me he dado cuenta de que soy poeta. No es en modo alguno culpa mía. Nos equivocamos al decir: yo pienso: deberíamos decir me piensan. — Perdón por el juego de palabras.
YO es otro. Tanto peor para la madera que se descubre violín...»

«…El primer objeto de estudio del hombre que quiere ser poeta es su propio conocimiento, completo; se busca el alma, la inspecciona, la prueba, la aprende. Cuando ya se la sabe, tiene que cultivarla; lo cual parece fácil: en todo cerebro se produce un desarrollo natural; tantos egoístas se proclaman autores; ¡hay otros muchos que se atribuyen su progreso intelectual! — Pero de lo que se trata es de hacer monstruosa el alma: ¡a la manera de los comprachicos, vaya! Imagínese un hombre que se implanta verrugas en la cara y se las cultiva... »

«...Digo que hay que ser vidente, hacerse vidente. El poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura; busca por sí mismo, agota en sí todos los venenos, para no quedarse sino con sus quintaesencias. Inefable tortura en la que necesita de toda la fe, de toda la fuerza sobrehumana, por la que se convierte entre todos en el enfermo grave, el gran criminal, el gran maldito, — ¡y el supremo Sabio! — ¡Porque alcanza lo desconocido! ¡Porque se ha cultivado el alma, ya rica, más que ningún otro! Alcanza lo desconocido y, aunque, enloquecido, acabara perdiendo la inteligencia de sus visiones, ¡no dejaría de haberlas visto! Que reviente saltando hacia cosas inauditas o innombrables: ya vendrán otros horribles trabajadores; empezarán a partir de los horizontes en que el otro se haya desplomado. »

Hallar una lengua

— Por lo demás, como toda palabra es idea, ¡vendrá el momento del lenguaje universal!

Este lenguaje será del alma para el alma, resumiéndolo todo, perfumes, sonidos, colores, pensamiento que se aferra al pensamiento y tira de él. »
La poesía dejará de poner ritmo a la acción; irá por delante de ella. ¡Existirán tales poetas! Cuando se rompa la infinita servidumbre de la mujer, cuando viva por ella y para ella, cuando el hombre, — hasta ahora abominable, — le haya dado la remisión, ¡también ella será poeta! ¡La mujer hará sus hallazgos en lo desconocido! ¿Serán sus mundos de ideas distintos de los nuestros? — Descubrirá cosas extrañas, insondables, repulsivas, deliciosas; nosotros las recogeremos, las comprenderemos. Mientras tanto, pidamos a los poetas lo nuevo, — ideas y formas. »

ALGUNAS PALABRAS DE MARTIN HEIDEGGER SOBRE RIMBAUD

«...¿Conocemos nosotros realmente hoy el horizonte que Rimbaud vio? Dudo en mi respuesta y me quedo en la pregunta...»
«...Rimbaud está vivo, si nosotros nos planteamos estas preguntas, si los poetas y pensadores están abiertos a la necesidad de «hacerse videntes para lo desconocido...»
««...Puede en todo caso callarse en realidad, únicamente aquel que se ha encargado de decir lo que muestra el camino y, en efecto. lo ha dicho por el poder de la palabra que se le ha conferido. Este silencio es otra cosa que el simple mutismo. Su no hablar más es un ya haber dicho.
¿Entendemos nosotros con suficiente claridad lo dicho en la poesía de Arthur Rimbaud, lo que él calló? ¿Y podemos ver ya el horizonte al que llegó?»


UN HOMENAJE A RIMBAUD Y VERLAINE DEL GRAN POETA ESPAÑOL LUIS CERNUDA

BIRDS IN THE NIGTH

El gobierno francés, ¿o fue el gobierno inglés?, puso una lápida
En esa casa de 8 Great College Street, Camden Town, Londres,
Adonde en una habitación Rimbaud y Verlaine, rara pareja,
Vivieron, bebieron, trabajaron, fornicaron,
Durante algunas breves semanas tormentosas.
Al acto inaugural asistieron sin duda embajador y alcalde,
Todos aquellos que fueran enemigos de Verlaine y Rimbaud cuando vivían.

La casa es triste y pobre, como el barrio,
Con la tristeza sórdida que va con lo que es pobre,
No la tristeza funeral de lo que es rico sin espíritu.
Cuando la tarde cae, como en el tiempo de ellos,
Sobre su acera, húmedo y gris el aire, un organillo
Suena, y los vecinos, de vuelta del trabajo,
Bailan unos, los jóvenes, los otros van a la taberna.

Corta fue la amistad singular de Verlaine el borracho
Y de Rimbaud el golfo, querellándose largamente.
Mas podemos pensar que acaso un buen instante
Hubo para los dos, al menos si recordaba cada uno
Que dejaron atrás la madre inaguantable y la aburrida esposa.
Pero la libertad no es de este mundo, y los libertos,
En ruptura con todo, tuvieron que pagarla a precio alto.

Sí, estuvieron ahí, la lápida lo dice, tras el muro,
Presos de su destino: la amistad imposible, la amargura
De la separación, el escándalo luego; y para éste
El proceso, la cárcel por dos años, gracias a sus costumbres
Que sociedad y ley condenan, hoy al menos; para aquél a solas
Errar desde un rincón a otro de la tierra,
Huyendo a nuestro mundo y su progreso renombrado.

El silencio del uno y la locuacidad banal del otro
Se compensaron. Rimbaud rechazó la mano que oprimía
Su vida; Verlaine la besa, aceptando su castigo.
Uno arrastra en el cinto el oro que ha ganado; el otro
Lo malgasta en ajenjo y mujerzuelas. Pero ambos
En entredicho siempre de las autoridades, de la gente
Que con trabajo ajeno se enriquece y triunfa.

Entonces hasta la negra prostituta tenía derecho de insultarles;
Hoy, como el tiempo ha pasado, como pasa en el mundo,
Vida al margen de todo, sodomía, borrachera, versos escarnecidos,
Ya no importan en ellos, y Francia usa de ambos nombres y ambas obras
Para mayor gloria de Francia y su arte lógico.
Sus actos y sus pasos se investigan, dando al público
Detalles íntimos de sus vidas. Nadie se asusta ahora, ni protesta.

"¿Verlaine? Vaya, amigo mío, un sátiro, un verdadero sátiro.
Cuando de la mujer se trata; bien normal era el hombre,
Igual que usted y que yo. ¿Rimbaud? Católico sincero, como está demostrado."
Y se recitan trozos del “Barco Ebrio” y del soneto a las “Vocales”.
Mas de Verlaine no se recita nada, porque no está de moda
Como el otro, del que se lanzan textos falsos en edición de lujo;
Poetas mozos de todos los países hablan mucho de él en sus provincias.

¿Oyen los muertos lo que los vivos dicen luego de ellos?
Ojalá nada oigan: ha de ser un alivio ese silencio interminable
Para aquellos que vivieron por la palabra y murieron por ella,
Como Rimbaud y Verlaine. Pero el silencio allá no evita
Acá la farsa elogiosa repugnante. Alguna vez deseó uno
Que la humanidad tuviese una sola cabeza, para así cortársela.
Tal vez exageraba: si fuera sólo una cucaracha, y aplastarla.


EL HOMENAJE DE VERLAINE A RIMBAUD

CRIMEN AMORIS

«…En un palacio de oro y cera de Ectabana
los hermosos diablos. satanes redivivos
mecen el aire de una música árabe
a los siete pecados en los cinco sentidos…»

«…El más bello de todos los ángeles malvados,
dieciséis años. Bajo su corona de flores,
con los brazos cruzados en lechos de collares
sueña, llenos los ojos de lagrimas y ardores…»

«…¿Qué dice como a gritos su voz profunda y tierna
enmaridada, esclava de la tea hecha voz
y que la luna escucha, tranquila, indiferente...?
¡Yo seré, Dios mediante, el que habrá de ser Dios!...»

—Paul Verlaine—

3 comentarios:

Unknown dijo...

Alegrémonos. La semblanza de este enorme poeta rescata su escala sideral.

Flavia dijo...

JG me ha gustado mucho este post sobre RIMBAUD, pero esa frase final ...cuando aún la literatura no era este refugio para cobardes...me ha llegado muy de cerca. Un abrazo muy fuerte y te felicito por dedicarte con tanto afecto a esto de la literatura aunque se sienta que es un refugio para cobardes, cobardes que tienen la generosidad de hacernos formar parte de su universo.

Javier Galarza dijo...

LILIANA: bien por las magnitudes que usted refiere.

LILITH: querida lilith esa frase no es más que una provocación al mundillo sectario de los intelectuales que conciben la obra separada de la vida. un gran abrazo.